fbpx Querétaro y la Seguridad Democrática en Colombia | Universidad Anáhuac Querétaro Skip to main content
Querétaro y la Seguridad Democrática en Colombia

Querétaro y la Seguridad Democrática en Colombia

Brenda Anguiano Arreola

Académica de la Escuela de Relaciones Internacionales

Universidad Anáhuac Querétaro

 

El mundo entero ha seguido muy de cerca y de manera constante al menos una noticia que impacta la seguridad regional de América Latina, y ésta es el proceso de paz en Colombia. Tras cuatro años de constantes diálogos de paz entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en este 2016 el proceso de paz aparentemente ha tomado forma con un “no” al plebiscito llevado a cabo el pasado 2 de octubre.

 

Si bien, podrá parecer una eventualidad lejana a nuestra realidad, es importante considerar dos variables que nos vinculan directamente con el estado colombiano. La primera variable es la historia, pues obliga a repasar los datos del conflicto entre el gobierno colombiano y el grupo guerrillero de inspiración marxista que inició en 1964. El nacimiento del presente grupo obedece al levantamiento de autodefensas campesinas que reclamaban desigualdades sociales, políticas y económicas. Bajo una idea marxista, el desarrollo del grupo se ve construida estableciendo enfrentamientos contra el gobierno bajo la toma de ciertos territorios, más tarde denominados “repúblicas independientes”. Con el aumento de dichos territorios por parte del grupo, generó el crecimiento de sus fuerzas con la suma de campesinos, menores y mujeres, quienes compartían voluntariamente e involuntariamente las causas de la lucha.

 

De ser un grupo de campesinos con escasos conocimientos militares pasaron a ser un grupo con una estructura jerarquizada, donde la capacitación militar venía de manos de desertores de las fuerzas armadas colombianas. Al formalizar el conocimiento militar, su organización fue evidente, por tanto se presenta entonces a un grupo paramilitar que a lo largo de cincuenta y dos años bajo una guerra de guerrillas, marca la historia y la seguridad tradicional y humana de Colombia. Las acciones para confrontar al gobierno como los asesinatos, las extorsiones, los secuestros, los bombazos, la toma de carreteras y puentes, el reclutamiento de menores y de mujeres, así como, hacer de los civiles y policías objetivos militares, poco a poco polarizaron a tal grado a la sociedad colombiana, dejando entrever hoy en día, que el rol principal de la sociedad es el de orientar el tono de los diálogos de paz entre el gobierno colombiano y las FARC.

 

La sociedad como segunda variable a lo largo del presente conflicto ha buscado diversas formas de expresar inquietudes, reclamos así como posturas sólidamente establecidas. Una de tantas expresiones de la sociedad al presente conflicto, tuvo lugar el 4 de febrero de 2008, en donde la marcha denominada “Un millón de voces contra las FARC” movilizó expresiones masivas paralelas en diversas partes de Colombia y el mundo para reclamar el fuerte impacto de las acciones del grupo hacia la sociedad bajo un rechazo al: reclutamiento de niños, la siembra de minas antipersonales, el desplazamiento forzado, las masacres así como el secuestro de colombianos y extranjeros, uniendo a asociaciones civiles, grupos religiosos así como organizaciones no gubernamentales tanto nacionales como extranjeras bajo una expresión colectiva con un poder de réplica tan grande en los años subsiguientes.

 

Las dificultades políticas, económicas y sociales para la sociedad colombiana aún persistentes, han resultado en una cantidad alta de colombianos que radican en el exterior. Actualmente Colombia cuenta con una población total de 2,489,514 personas de acuerdo a cifras establecidas por el Departamento Nacional de Estadística (Dane). Las estimaciones migratorias han hecho que éste departamento genere una proyección al 2020, donde se proyecta las principales provincias expulsoras, que son: Bogotá con una estimación de 81,391, Cundinamarca con 43,380, La Guajira con 22,688 y Casanare con 3,019. Los países destino son: Estados Unidos, España, Venezuela, Ecuador, Canadá, Panamá, y México. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en el último Censo de Población y Vivienda del 2010, registró que la comunidad colombiana en el país tiene el cuarto lugar (13,922) posición que ocupa después de Estados Unidos, Guatemala y España.

 

De esta manera, lo anterior recuerda a la sociedad mexicana lo cercano y familiar que este conflicto representa. A pesar de que existen características que distinguen el estado mexicano y al colombiano, los reclamos de justicia, paz y gobernanza por parte de ambas sociedades, se manifiesta como un objetivo en común. Las desigualdades políticas, económicas, sociales y de clase no son ajenas a la realidad mexicana, la necesidad de la sociedad a tomar las armas, recuerda a los grupos de autodefensa comunitarias, creados a principios de 2013 en Michoacán, Guerrero y Jalisco como un grupo a la sombra de lo que es la FARC hoy en día. Las afectaciones de dicha guerra en Colombia evocan a las afectaciones por tantas guerras también vividas en México, así como también a las carencias de atención y derechos de la sociedad por parte del gobierno, obligando la confrontación de civiles en contra de los grupos del crimen organizado. Los desplazamientos forzosos de mexicanos víctimas de secuestros, extorsiones y amenazas, aluden a la injusticias y a los retos que tiene hoy en día ambos gobiernos para con sus respectivas sociedades.

 

Por tanto es importante dimensionar y considerar los eventos que están tomando lugar actualmente en Colombia como históricos y complejos involucrando a tres actores principales: el gobierno de Juan Manuel Santos, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y la sociedad colombiana. Con un saldo de 220,000 personas fallecidas, con la oposición del ex – presidente Álvaro Uribe Vélez bajo la propuesta del concepto de Seguridad Democrática revelada durante su mandato donde la sociedad tiene un papel activo en conjunto con el estado en contra de grupos insurgentes y con el otorgamiento del Premio Nobel de la Paz al presidente de Colombia Juan Manuel Santos, las posibilidades de paz y de justicia cada vez urgen la necesidad de encontrar un camino libre de tergiversaciones y polarizaciones.

 

Resta conocer el resultado de los diálogos entre la oposición y el gobierno, esperando que la sociedad colombiana haga del reconocimiento, el respeto, el derecho, la justicia, la seguridad y ante todo la paz factores coyunturales en la formalización y aceptación colectiva de la paz, a lo cual el estado colombiano merece y el sistema internacional apela y reconoce.