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Comités Hospitalarios de Bioética y Servicio de consultoría en Bioética Clínica: una relación necesaria y complementaria

Consultoría en Bioética

 

A casi diez años de la reforma a la Ley General de Salud y la adición del artículo 41 bis en donde se exige la conformación de los Comités hospitalarios de Bioética aún falta mucho por que sean una realidad constatable en nuestro país y las necesidades de las personas siguen quedando desatendidas por la estructura misma que se exige de parte de los Comités.

Los comités hospitalarios de Bioética operan, en su mayoría, con miembros que ocupan cargos honoríficos lo que implica que, quienes en él ejercen sus funciones como bioeticistas, aunque se esfuerzan en dar lo mejor de sí mismos, sus demás ocupaciones profesionales los superan al grado de no poder darle continuidad al curso de los casos que llegan y que ameritan un estudio minucioso y extremadamente precautorio de los dilemas éticos que implican. De lo anterior se deriva el sesionar con una agenda determinada, según lo marca la ley, al menos seis veces al año en las que, además, deberán destinar gran parte del tiempo a registrar asuntos burocráticos y administrativos que serán determinantes para su futura renovación de registro.

Así las cosas, ¿dónde quedan los pacientes? Esta pregunta resulta de especial relevancia cuando estudiamos los alcances de los comités, que, como ya dijimos, aunque encomiable el esfuerzo, cojo en su operatividad. Todos hemos tenido algún problema de salud o bien en carne propia o bien en nuestros seres queridos y sabemos la premura de contar con una respuesta rápida que pueda alentarnos el panorama ya de por sí oscuro que acecha nuestra condición, entendemos que no podemos esperar a que un grupo de personas se reúnan en la próxima sesión y menos aún, que lleguen quienes no están físicamente en el hospital .

Los pacientes necesitan una persona que pueda acudir en cualquier momento a atender su inquietud, requieren el apoyo incondicional de un profesional que pueda, en primer lugar escucharlos y, en segundo lugar, acompañarlos durante su proceso de toma de decisión. La sola presencia de alguien que empatice con ellos les alivia parte del dolor y sufrimiento por el que atraviesan, esto, no es posible con la figura de un Comité, es necesario empezar a pensar en la figura del bioeticista clínico, siempre presente en todo momento.

Por lo anterior, es de vital importancia tanto para el futuro de la Bioética como para el de nuestro país contar con plazas de bioeticistas clínicos no para que sustituyan la figura del comité sino para que trabajen en conjunto con ellos pero puedan tener una cercanía y una rapidez en la atención y detección de posibles dilemas éticos que, de otra forma no se va a lograr sólo con los comités.

Consultoría


Más información:
Dra. María Elizabeth de los Rios Uriarte
Profesora Investigadora y Coordinadora del Instituto de Humanismo en Ciencias de la Salud
Facultad de Bioética
elizabeth.delosrios@anahuac.mx