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Derechos humanos, migración e identidad cultural



Arturo Mota RodríguezUniversidad Anáhuac México Sur Conceptualmente la relación entre los derechos humanos, la migración y la identidad cultural resulta problemática, en la medida en que, mientras la noción de derechos humanos tiene una implicación de pretensiones de universalidad; por su parte, la identidad cultural indica un ámbito de realización subjetivo, incluso descriptivo de las condiciones particulares de la realización del hombre, en esquemas sociales, económicos y políticos particulares, como los que vive en conflicto el migrante. El problema radica, entonces, en formular una justificación filosófica que permita relacionar ambas nociones, contrarias en principio: lo particular de la diversidad cultural y lo universal de la pretensión de validez de los derechos humanos.Ahora bien, en términos de cultura, la influencia del pensamiento posmoderno es clara: no es posible asumir una pretensión de universalidad que contenga conceptualmente la amplia diversidad de realización de costumbres de las sociedades humanas particulares; en otras palabras, no se puede justificar un modelo de cultura universal para las culturas. Los estudios desde la antropología social, por ejemplo, justifican que las dinámicas sociales no se rigen por modelos abstractos, sino por esquemas históricos de costumbres concretas y particulares (Reding, 1999, pp. 31-45). Siguiendo este pensamiento, parece que no es, entonces, posible la validez de una afirmación de estructuras a priori de la conducta, y, por lo mismo, de una universalidad ética más allá del contexto particular de una cultura. Más que cultura, debemos admitir culturas, diversidad cultural. Así, la noción de identidad cultural implica la exclusión de una pretensión de universalidad, en tal suerte que el migrante pone en conflicto su identidad, y su humanidad, cuando intenta encontrar refugio en un universo cultural distinto, al que debe adaptarse.El impacto de esta problemática alcanza no sólo la validez ética, jurídica, política y social, de los derechos humanos, sino también la noción de identidad, individual y colectiva. Esta idea de identidad se hace problemática especialmente en el contexto de la dinámica migratoria, pues la movilidad geográfica de las personas problematiza la realidad de esta condición humana de identidad, en la medida en que, al cambiar el contexto socio-económico de vida, la persona se enfrenta a nuevos esquemas identitarios. El problema consiste, entonces, en que parece que la aplicación de los derechos humanos en el contexto de la migración no se orienta por esta circunstancia de inconsistencia de la identidad, y se transgrede un aspecto muy importante de la dignidad de la persona: su identidad cultural. El reto es claro: incluir en la justificación de la relación entre los derechos humanos y el contexto cultural particular de las personas, la identidad como aspecto central de las personas en una circunstancia migratoria. El migrante no pone en juego sólo su dinámica de sobrevivencia, sino el desarrollo de su identidad, pues se enfrenta al gravísimo problema de vivir un conflicto de mundos culturales. Y la identidad resulta de la mayor relevancia, pues de la identidad depende la conciencia de que se tiene de sí mismo y del mundo que le rodea, y de las respuestas que da a las problemáticas con las que se enfrenta; se pone en juego a sí mismo. Por eso es de vital importancia que no se deje de lado la cuestión pendiente de vincular los derechos humanos con la identidad cultural de los migrantes, y es que al poner en juego la identidad, se pone en juego su dignidad. arturo.mota@anahuac.mx 


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