Pasar al contenido principal

Hermenéutica analógica

Mauricio Beuchot Puente, fundador de la propuesta Hermenéutica analógica, es uno de los filósofos contemporáneos más importantes de Iberoamérica. Académico de la Universidad Nacional Autónoma de México, miembro de las Academias Mexicanas de la Historia y de la Lengua, así como del Sistema Nacional de Investigadores (nivel 3), la obra y pensamiento de este mexicano sacerdote dominico es de una inmensa riqueza y amplitud, pues abarca multitud de cuestiones desde un diálogo constante entre tradición y modernidad, tal como puede verse reflejado en su centenar de libros publicados.

En 2012 la Universidad Anáhuac México, campus sur, le confirió el Doctorado Honoris Causa. Con motivo de esta distinción, el Dr. Beuchot mantuvo un diálogo con el Mtro. Martín Hernández (†), nuestro recordado académico que en aquel entonces ejercía como Director de la Facultad de Derecho, Facultad de Filosofía y Escuela de Relaciones internacionales en el campus sur, el cual reproducimos a continuación:

Mauricio Beuchot

 

Dr. Beuchot, ¿cuándo nace en usted la pasión por la filosofía?

En mis estudios en el Seminario. Primero se estudiaba la filosofía y luego la teología. A muchos de mis compañeros no les atraía la filosofía, sino la teología; en cambio, a mí la filosofía me cautivó.

¿Cómo se adhiere a la hermenéutica?

Curiosamente lo debo a la teología. Al terminar mis estudios teológicos realicé un trabajo sobre el pecado original en Paul Ricoeur, y eso me hizo darme cuenta de que no solamente para la exégesis bíblica era importante la hermenéutica, sino también para la filosofía misma. Además, por ese entonces, un primo mío, Ricardo Sánchez Puente, se había doctorado en la Universidad de Lovaina con una tesis sobre el problema del mal en Ricoeur, y me orientó hacia él, con la lectura de su tesis y de otros materiales. Gracias a Ricoeur me di cuenta de que la hermenéutica se aplica a las ciencias humanas. Tal vez también a otras ciencias, pero sobre todo a las Humanidades, en las que nuestro principal trabajo es interpretar textos (ya sea escritos, orales o actuados, como se ve en la literatura, en la historia, en la sociología, en la antropología, etc.).

¿Cómo nace y qué es la hermenéutica analógica?

Es un intento de dialogar desde el tomismo con la filosofía actual. En la filosofía más reciente, la de la posmodernidad, el instrumento conceptual ha sido la hermenéutica. Vattimo la llama el lenguaje koiné o común de la filosofía posmoderna. Por eso me puse a dialogar con ella. Y encontré que la hermenéutica está distendida entre el univocismo y el equivocismo, y que hace falta la analogía. La hermenéutica unívoca es la de los que quieren copiar para la interpretación el cientificismo del positivismo, y la hermenéutica equívoca es la de los que han hecho demasiado relativista la interpretación, como los teóricos posmodernos. Hacía falta un término medio, que evitara esos extremos viciosos, y se daba en la analogía, por eso una hermenéutica analógica. Era algo que ya pedía a gritos la hermenéutica actual.

Además, en el Instituto de Investigaciones Filológicas me tocó coordinar el Centro de Estudios Clásicos, donde algunos de los investigadores me pidieron que, ya que yo era filósofo, les enseñara método, sobre todo para la traducción. Me di cuenta de que lo que les podía servir más era la hermenéutica, pues una de sus etimologías de “hermeneuta” es la de “traductor”. Me di cuenta, además, de que algunos querían traducir al pie de la letra, con el mismo número de palabras, si se pudiera, mientras que otros traducían de una manera completamente libre. Vi que los primeros hacían una traducción unívoca, en tanto que los otros una traducción equívoca; había que lograr una traducción analógica. Es decir, una hermenéutica analógica. Fue como surgió, y después se fue ampliando a diversos campos.

¿A qué atribuye el impacto, prestigio y buena acogida de la hermenéutica analógica en la filosofía contemporánea?

A que fue elaborada con mucho tiempo y cuidado. Primero en su vertebración teórica, tratando de tomar en cuenta las principales corrientes hermenéuticas; y luego, en sus aplicaciones prácticas, que son las que hay que ampliar ahora.

¿Qué relación hay entre la ontología clásica y la hermenéutica analógica?

Hay una relación muy estrecha porque la ontología clásica ha sido analógica también, como la de Aristóteles y la de Santo Tomás. Ha habido una ontología unívoca, como la de Escoto, Descartes, Spinoza y otros. Y una ontología equívoca, como la de los posmodernos, que pretenden tener una ontología débil, pero es tan débil que se diluye en las manos. En cambio, Aristóteles y Santo Tomás tuvieron una ontología analógica, no tan fuerte o rígida como la moderna, pero tampoco tan débil o blanda como la posmoderna, había un sentido de equilibrio prudencial.

¿La hermenéutica analógica es una filosofía acabada?

Claro que no. Le falta mucho trabajo, tanto en el aspecto teórico o sistemático como en el práctico o de aplicación. En el aspecto teórico hay muchas objeciones que le han planteado buenos filósofos actuales. En el aspecto práctico se han hecho muchas aplicaciones: a la filosofía, a la literatura, al derecho, a la historia, a la psicología. Pero siempre se necesitan más, porque es en la práctica donde se ve si la teoría funciona.

Fuera de la filosofía, ¿la hermenéutica analógica puede aplicarse a otras áreas humanistas?

Claro que sí. De hecho, ya ha tenido aplicaciones a casi todas las disciplinas humanísticas, y sigue dando frutos en ellas. En las humanidades es donde más se necesita, porque en ellas no se alcanza la claridad y el rigor de una hermenéutica unívoca, y ya conocemos las crisis que ha habido por querer imponerle una así. Pero tampoco es válido derrumbarse en una hermenéutica equívoca, con la ambigüedad y falta de rigor que muchos posmodernos han querido adjudicarle. Eso acaba por desprestigiar a las Humanidades.

¿Por qué la hermenéutica analógica ha logrado entrar en diálogo con otras filosofías dominantes?

Porque las mismas filosofías dominantes, que son dos: la filosofía analítica y la filosofía posmoderna, se dan cuenta de que están en los extremos viciosos. Ya en un impasse. La filosofía analítica está en el extremo del univocismo, de hecho, es una hermenéutica unívoca, y la filosofía posmoderna de hecho es una hermenéutica equívoca, con el relativismo tan excesivo que promueve. De esta manera, al proponerse la hermenéutica analógica, muchos la han acogido, ya desde la filosofía analítica, ya desde la filosofía posmoderna, y la han aprovechado para dar una mejor salida a algo más fecundo.

¿Cómo considera que deben ser enseñadas o transmitidas hoy en día las humanidades y en concreto la filosofía en un mundo al que parece no importarle más que las ciencias naturales?

No hay que plegarse al paradigma de las ciencias naturales, porque las ciencias humanas son distintas, tienen otra epistemología. Precisamente es algo que mostró la hermenéutica. Por eso sería muy iluminador que se enseñaran las humanidades, sobre todo la filosofía, al trasluz de la hermenéutica, particularmente de la hermenéutica analógica. Ella, con la noción de analogía, puede llevar a respetar las diferencias de cada disciplina, sin perder la capacidad de colaborar en la interdisciplinariedad.

Y en concreto la filosofía, ¿qué papel debe jugar la filosofía en las universidades?

Creo que debe ser el mismo que tuvo siempre. El de ser la conciencia, sobre todo moral, de la sociedad. Y dar a las ciencias una estructuración más humana. En la época medieval, que es donde propiamente surgen las universidades, éstas eran el órgano de consulta de los gobernantes, tanto civiles como eclesiásticos. Asesoraban moralmente en las cuestiones difíciles. Claro que no siempre fueron escuchadas, pero cumplían con su obligación, como lo hicieron Francisco de Vitoria en España y muchos otros.