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¿Adiós al gobierno corporativo?

¿Adiós al gobierno corporativo?

[Teaser: Stuart Kirk (Financial Times) sugiere que el Gobierno Corporativo no es un elemento útil para evaluar la calidad de operación ni las posibilidades de éxito de una empresa ¿tiene razón?]   
 

Todos somos hipócritas respecto al gobierno corporativo así tituló Stuart Kirk una reciente editorial en el Financial Times (26 de enero 2024) Sus argumentos centrales son que no se ha podido demostrar hasta ahora una correlación positiva entre buenas prácticas de gobierno corporativo y buen desempeño de una acción. Y dado que no se ha podido demostrar esa correlación, seguramente es porque no existe. Y si no hay correlación, mucho menos se puede hablar de causalidad: El bueno gobierno corporativo de una corporación no causa el buen desempeño de su acción. Su conclusión es tajante:     
 

Líderes empresariales en el mundo de las inversiones se presentan como promotores y defensores del gobierno corporativo por hipocresía; les tiene sin cuidado el gobierno corporativo, y lo único que les interesa es ganar más dinero. En una frase: Investors may know bad governance when they see it, but who cares where there is money to be made.     
 

¿Tiene razón? No lo sé. Pero hay al menos tres posibles respuestas a su provocativa y sin duda interesante editorial que quisiera explorar: La primera tiene que ver con al ética, la segunda con el tiempo y la incertidumbre, y la tercera con su comprensión del gobierno corporativo.     
  

Respecto a la ética, y concretamente la ética de los negocios podríamos preguntar lo mismo que sobre el gobierno corporativo: ¿Un negocio es exitoso si se maneja éticamente? Si definimos éxito como generar mucho dinero, es evidente que no existe ni correlación ni causalidad.     
 

Si manejar éticamente una empresa fuera la clave para que esa empresa generara mucho dinero, todas las empresas serían éticas. No discutiríamos siquiera si vale la pena conducir una empresa éticamente o no. Si conducir una empresa éticamente fuera fácil y no representara ningún costo, todos las empresas serían éticas.   
 

Algo análogo sucede con el buen gobierno corporativo: Si un buen gobierno corporativo fuera una estrategia infalible para la prosperidad y la rentabilidad de una empresa, todas las empresas tendrían buen gobierno corporativo. Y también todas tendrían buen gobierno corporativo si fuera una estructura fácil de lograr y sin costos.   
 

Ni la ética en los negocios ni el buen gobierno corporativo garantizan el éxito empresarial. Pero la postura contraria tampoco es cierta: la falta de ética en los negocios y la carencia de un gobierno corporativo o un mal gobierno corporativo, tampoco son una estrategia para el éxito.     
 

Stuart Kirk en su editorial hace alusión a los escándalos tristemente célebres de Enron y WorldCom, en la llamada “década negra del gobierno corporativo”; y en una tradición muy británica no deja de mencionar el último escándalo de Volkswagen bajo la máxima de que “cualquier palo es bueno para hablar mal de la cultura empresarial germana”. Pero los escándalos ocasionados por el gobierno corporativo no se limitan a esos tres casos: WeWork, Wirecard y FTX son todos ejemplos de empresas con gravísimas fallas de gobierno corporativo que costaron mucho dinero a inversionistas y clientes. Y esto me lleva a mi segundo punto, el tiempo y la incertidumbre.     
 

Por causas y circunstancias diversas e imposibles de determinar, cualquier empresa puede operar con mal gobierno corporativo y con ganancias por un tiempo indeterminado…hasta que como dice el refrán “la puerca tuerce el rabo”. La marca de la operación empresarial es la incertidumbre, la posibilidad de que el escenario de operación de la empresa cambie de manera drástica y súbita a la vez: efectos macroeconómicos como la inflación o las tasas de interés; tipos de cambio; “shocks” como el Covid o la invasión rusa a Ucrania; catástrofes naturales; nuevas regulaciones; o algo tan nebuloso pero tan importante como “cambios súbitos en las preferencias del mercado”, pueden hacer que cualquier empresa quiebre. Y en efecto, el  buen gobierno corporativo no elimina ninguno de estos cambios negativos. Pero siempre será mejor enfrentar una crisis seria con un buen gobierno corporativo que sin él. Y así llegamos al tercer punto, la comprensión que Stuart Kirk parece tener de gobierno corporativo:    
 

Menciona Kirk que muchas empresas exitosas en Estados Unidos operan sin una separación entre el CEO y el Chairman (Director/a general y presidente del consejo de administración) que la misma persona ocupa ambos puestos; práctica que es anatema en al Europa continental. Menciona también que no se ha podido establecer una correlación positiva entre consejeros independientes y el buen desempeño de la acción de una empresa. Ambas observaciones son poco polémicas por no decir incuestionables: Kirk tiene razón. Pero esto no implica que el gobierno corporativo sea inútil para evaluar la calidad de una empresa.     
 

La separación entre el CEO y el Chairman es una buena práctica, que puede seguirse o no, con resultados diversos.  Más importante que separar ambos puestos, es quién ocupa cualquiera de los dos puestos: Un mal director general hará mucho daño, aunque tenga el contrapeso de una buena presidente del consejo. Y una buena directora general probablemente conducirá bien a la empresa incluso si también tiene que presidir al consejo de administración: Son más importantes las personas que ocupan los puestos, que la estructura de poder de los puestos. Y lo mismo vale para los independientes, más importante que su independencia es su competencia. Ser un consejero independiente no garantiza por supuesto ser un consejero competente.     
 

El gobierno corporativo no es una check list  o una receta de cocina que deba aplicarse a rajatabla. Kirk tiene toda la razón cuando concluye su artículo diciendo que:

“The reality is there are as many ways to run a company as there are companies”

 

Pero el gobierno corporativo no es una lista puntual de requisitos, sino una filosofía que tiene una sola intuición de fondo: es indispensable limitar el poder de las personas a través de un sistema de pesos y contrapesos; la intuición liberal por excelencia. La idea del gobierno corporativo es que no conviene entregar todo el poder a una sola persona, porque si esa persona es virtuosa el gran poder será una tentación permanente de abusar del poder, una prueba constante de su virtud; y si la persona es viciosa…pues ya sabemos que pasa.   
  

La primera finalidad del gobierno corporativo no es “hacer el bien”, sino contener la capacidad de los líderes de una empresa para hacer el mal; su objetivo no es primordialmente que la empresa sea rentable, sino que no quiebre por abusos de poder y malos manejos financieros.  Empresas como Wirecard y FTX tuvieron enormes ganancias con nulo gobierno corporativo. Conocemos el desenlace de ambas historias.


Por: Fernando Galindo,   
profesor de la maestría en Dirección Estratégica de Capital Humano.

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Gobierno Corporativo
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