Médicos de la Facultad de Bioética abordan el tema del gaslighting médico y cómo al incurrir en esta forma de abuso se perpetúa el modelo paternalista de la atención médica, quitando todo control al paciente sobre su padecimiento.

Las doctoras Silvia Becerra Castro y Jimena Muñoz Merino, médicos pasantes de servicio social de nuestra Facultad de Bioética, abordaron el tema del gaslight, un término que hace referencia a la minimización del sentir de una persona.

En el caso particular del gaslighting médico, se refiere al profesional de la salud que adopta actitudes que cuestionan el estado y la sintomatología, lo cual puede afectar a cualquier tipo de paciente, aunque es más prevalente en grupos vulnerables.

Este término, originado en 1938 a partir de la obra de teatro Gaslighting, constituye una forma de abuso emocional en la cual la persona afectada cuestiona la validez de su sentir, tiende a minimizar su padecimiento y pierde la oportunidad de recibir tratamiento o alivio. Frases como “es mental, no hay nada malo contigo” o “son cosas de la edad, todo se ve bien, solo es estrés” son ejemplos claros de esta práctica en la atención médica. Sin embargo, el gaslighting no solo se caracteriza por la negativa a que el paciente presente alguna condición médica, sino también por acciones como trivializar, desviar, contrarrestar o retener lo que expresa el paciente, prácticas desafortunadamente muy frecuentes.

Al incurrir en esta forma de abuso, se perpetúa el modelo paternalista de la atención médica, quitando todo control al paciente sobre su padecimiento. Esto alimenta su ansiedad y lo hace sentir cada vez más enfermo a pesar de que se cuestione su enfermedad. Al no recibir atención médica con un enfoque humanista ni una atención genuinamente orientada a su malestar, se incrementa la sensación de miedo y el rechazo a acudir a consulta. Además, en algunos casos, el gaslighting resulta particularmente nocivo, ya que retrasa el diagnóstico y tratamiento de patologías potencialmente mortales, como el cáncer o las enfermedades autoinmunes.

Desde el punto de vista bioético, esta práctica constituye una severa violación a múltiples principios, ya que se atenta contra la libertad y capacidad de juicio del paciente, se viola la justicia, el principio de subsidiariedad y se compromete profundamente el principio de no maleficencia. Al violentar al paciente con esta forma de desestimación, se atenta contra la persona como un ser biopsicosocial y espiritual, dañando la relación médico-paciente y disminuyendo la calidad de vida de la persona que sufre un padecimiento. Por todo ello, es una práctica que atenta contra la dignidad de la persona humana y el principio de su máximo respeto.

Es importante mencionar que el gaslighting no debe confundirse con el diagnóstico de patologías sencillas. Si un paciente es diagnosticado con una patología fácilmente identificable y tratable en lugar de una enfermedad grave y con un pronóstico más sombrío, incluso si refiere sentirse profundamente afectado por sus síntomas, no significa necesariamente que sea víctima del gaslighting. La clave para diferenciarlos radica en la forma en que el profesional de la salud se comunica con el paciente, reconociendo su sentir y dándole la importancia que merece.

Ofrecer atención médica con un enfoque humanista en la que se brinde un manejo adecuado de la sintomatología del paciente, incluso para patologías no graves, es uno de los pilares fundamentales para vencer el gaslighting médico.

La primera herramienta para combatir esta práctica es la educación, pues no se puede enfrentar lo que no se conoce. Tanto profesionales de la salud como pacientes tienen el derecho y la obligación de dar y recibir una atención médica sin prejuicios. Nombrar estas actitudes ayudan a la visualización de las mismas, empoderando al paciente y concientizando al profesional de la salud.

Referencia:
•    Cukor, G. (director). (1944). Gaslight [Film]. Warner Bros.