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Embajador

COMENTARIO DEL DIRECTOR DE RELACIONES INTERNACIONALES ANAHUAC PUEBLA CON MOTIVO DEL COVID 19

El brote del coronavirus COVID-19, se tornó en pandemia y es entonces un asunto de ocupación global. Las enfermedades contagiosas no reconocen fronteras ni discriminan razas, son ya poderosamente universales; por tanto, ameritan un comentario internacionalista. 


El primer punto es de reconocer que no nos toma completamente desprevenidos, la Organización Mundial de la Salud, organismo especializado de Naciones Unidas, recopila información oficial de los Estados miembros, la procesa y propone acciones para atacar el mal. 


Con la información depurada del órgano mundial, cada país, en su margen de soberanía, ha ido decidiendo sus propias medidas y el momento de su aplicación.  La enfermedad es la misma, pero los países no lo son. No obstante, el Secretario General de Naciones Unidas, António Guterres, invoca una acción coordinada a nivel mundial para hacer frente a la pandemia, advirtiendo que las actuales respuestas a nivel de país no funcionarán para abordar la escala global de la crisis. 


Los primeros casos de la enfermedad se dan en una provincia china pero se esparce por el mundo, países europeos, americanos, asiáticos y también africanos sufren y hacen frente al mal. Las poblaciones se recluyen, se suspenden los eventos masivos; se cierran temporalmente fronteras, las aerolíneas suspenden vuelos internacionales y la gente excede sus compras de artículos preparándose para una etapa de duración que se les hace incierta. Aumenta el uso de astringentes y se atiende la recomendación del lavado frecuente de manos. Las actividades se acometen de otra manera. Es una situación atípica, pero que se repetirá en otro momento y habrá que sacar experiencias de ella. 


Fuera del aspecto de salud, algo preocupa a los países: la economía. La Organización Internacional del Trabajo insta al mundo a estimular la economía, proteger a los trabajadores ante un escenario de pérdida de 25 millones de empleos. El asunto pinta grave, se advierte un mayor desaceleramiento que anticipa una recesión mundial. La Canciller alemana, Angela Merkel, califica al coronavirus como “el mayor desafío desde la Segunda Guerra Mundial” y destina un fondo de 40,000 millones de euros para ayudar a sus empresarios autónomos y a las pequeñas y medianas empresas; El Presidente francés Macron anuncia medidas de choque para mitigar el impacto de la epidemia en la economía nacional y en la vida de los ciudadanos: dedicará 300.000 millones de euros para salvar empresas, Ninguna debe quebrar; se suspenderá también el pago de impuestos y cotizaciones sociales, de facturas de agua, luz y gas, así como los alquileres. 


En América, Brasil informa de una inyección de 147,300 millones de reales en un plazo de tres meses para suavizar el impacto del coronavirus en su economía. En México, la Cámara de DIputados aprueba un fondo de 180,733 millones de pesos para atender contingencias derivadas de la pandemia. El gobierno venezolano solicita un crédito de 5 mil millones de dólares para combatir el mal, al Fondo Monetario Internacional, mismo que le rechazan. En Canadá, la Provincia de Ontario decreta el estado de emergencia, cierra restaurantes, bares y prohíbe reuniones de más de 50 personas; adicionalmente, crea un fondo de ayuda de 300 millones de dólares canadienses. 


Así podríamos continuar la lista. Verdaderamente, el coronavirus es un tema de preocupación internacional, pero básicamente de acción a nivel nacional. Sin embargo, tiene también sus repercusiones políticas: China y Estados Unidos tensan sus relaciones y se atribuyen mutuamente el origen del virus. Pero, además, los politólogos temen que el Estado cobre una fuerza derivada de una intervención social mayor por el uso extraordinario de recursos que pueda conducir a un autoritarismo; sin embargo, desde otra perspectiva, lo bueno es que retoma la razón del Estado, que es proteger a sus nacionales y pensar que a ellos se deben los gobiernos. Y que las dos primeras economías mundiales entiendan que el tema implica principalmente cooperación para proteger a la humanidad. Y es ahora cuando China anuncia que no registra ningún nuevo caso de contagio local y decide ya lanzar una campaña de ayuda internacional, situación que encomia el Presidente serbio Vucic. 
Esperamos que del mal surjan muchas cosas positivas, las crisis son también momentos de oportunidad, si sabemos aprovecharlas. Estaremos entonces atentos.

*Embajador Ramón Xilotl Ramírez, Director de la Escuela de Relaciones Internacionales *