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El valor de la tolerancia en la construcción de una cultura de la paz



El valor de la tolerancia en la construcción de una cultura de la paz

En el marco del Día Internacional para la Tolerancia, abordamos la importancia de la educación en este campo para generar una auténtica cultura para la paz.

Vivimos en un momento de turbulencia histórica donde la polarización de las ideas, la violencia, la discriminación y la falta de valores morales y éticos se deja entrever en el desarrollo de la vida de las personas. 

Todos estos son ingredientes de nuestro presente que debemos cambiar y transformar en formas positivas de convivencia, de solidaridad y de entendimiento, así como en educación para poder construir una cultura de la paz que solo será posible si formamos a jóvenes y estudiantes con base en los valores, herramientas y habilidades de una educación para la paz, que nos lleve a darle vida a una sociedad madura que logre un adecuado nivel de desarrollo humano por parte de los ciudadanos y el respeto a sus garantías individuales y derechos humanos.

Todo esto marca el camino de una democracia participativa que nos lleve a la convicción de que la tolerancia, la democracia y la paz son construcciones sociales que van de la mano y que deben crecer juntas como un sustento del desarrollo de una sana convivencia civilizada.  

En la definición de cultura para la paz, la tolerancia juega un papel primordial. Un papel como medio de comportamiento y no como un fin.  

La tolerancia es un valor moral que implica el respeto íntegro hacia otro ser humano, hacia sus ideas, prácticas o creencias, independientemente de que sean diferentes de las nuestras. Es el respeto a la diferencia, así como el reconocimiento, la aceptación y el aprecio al pluralismo cultural, a las formas de expresión, a los derechos humanos de los demás y a la diversidad del aspecto, situación, comportamiento y valores de todas las personas, como indica la Declaración de Principios sobre la Tolerancia de 1995 de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés).

Practicar la tolerancia no quiere decir renunciar a las convicciones de las personas ni tolerar la injusticia social, significa que toda persona es libre de tener sus propias convicciones y acepta que los demás también tengan las suyas; esto nos lleva a la conclusión de que todos los seres humanos tienen derecho a vivir en paz, sin importar la diversidad de sus creencias, su modo de vida o su identidad.

Ante todo, la tolerancia es una conducta activa en donde se reconocen los derechos humanos universales y las libertades fundamentales de todos los individuos. Es también una virtud que fomenta la sustitución de una cultura de violencia por una cultura de la paz.

Como ejemplo de algunos síntomas de intolerancia tenemos la tipificación mediante estereotipos, burlas, prejuicios, discriminación, ostracismo, hostigamiento, profanación y degradación, represión, intimidación, segregación, entre otros. 

En contraposición, podemos citar signos alentadores de tolerancia como el uso de lenguaje adecuado, orden público igualitario, relaciones sociales basadas en respeto mutuo, proceso político democrático, oportunidad para minorías, prácticas religiosas o cooperación entre grupos sociales, por mencionar algunos.

Nosotros, como individuos, podemos tener ciertas conductas de tolerancia, por ejemplo: 

• En las instituciones educativas podemos aceptar a los alumnos nuevos e integrarlos en el grupo.
• No discriminar a compañeros o vecinos por razón de color de piel, estatus socioeconómico o creencias religiosas.
• Aceptar y comprender los errores de los demás (de padres a hijos y viceversa, parejas, amigos, compañeros de estudio o de trabajo).
• Aceptar y entender las diferencias en convicciones, formas de pensar, inclinaciones, ideologías religiosas y políticas que pueden surgir en las relaciones sociales y personales.
• Convivir en armonía en lugares donde viven personas de diferentes nacionalidades o donde hay más de una etnia (por ejemplo, en países donde existen comunidades de pueblos originarios).
• Aceptar los idiomas y lenguas de otras nacionalidades.
• Aceptar las diferencias sexuales de las personas a nuestro alrededor.

Consolidar el valor de la tolerancia en nuestra sociedad requiere de un esfuerzo dedicado a fomentar la educación, el aprendizaje y la comunicación constante. Una educación para la tolerancia implica comprender y analizar los motivos culturales, económicos, sociales, políticos y religiosos de la intolerancia, es decir, las raíces principales de la violencia y la exclusión. Asimismo, implica reconocer que la intolerancia nace de la ignorancia y del miedo al desconocimiento del otro, al desconocimiento de culturas o religiones distintas. Por lo tanto, se debe luchar por implementar programas que contribuyan al desarrollo del entendimiento y la solidaridad entre los individuos y entre las naciones.

Para lograr estos objetivos es indispensable contar con una educación firme para la tolerancia, basada en valores morales y dirigida a desarrollar capacidades de juicio independiente, pensamiento crítico y razonamiento ético.

La Organización de las Naciones Unidas, en especial la UNESCO, ha realizado importantes esfuerzos para promover la tolerancia, tal como la aprobación de la Declaración de Principios sobre la Tolerancia; el Año de las Naciones Unidas para la Tolerancia, que tuvo lugar en 1995, y la invitación, en 1996, a los Estados miembros para que observaran el 16 de noviembre de cada año como Día Internacional para la Tolerancia.


Bibliografía:  
•    Cisneros, Isidro. Tolerancia y Democracia, Cuadernos de Divulgación de la Cultura Democrática, núm. 10. México, Instituto Federal Electoral, 1996. 
•    Kolangui Nisanof, Tamara. (2011). La Tolerancia. México, Editorial Limusa. 
•    Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, La tolerancia, umbral de la Paz. Guía didáctica de educación para la Paz, los derechos humanos y la democracia. París, UNESCO, 1994.

La Dra. Tamara Kolangui Nisanof es licenciada en Derecho por la Universidad Anáhuac México, maestra en Derecho Comparado por la Universidad de San Diego y doctora en Investigación Interdisciplinaria. Su línea de trabajo e investigación se fundamenta en promover la educación para la paz basada en valores universales, sin ninguna filiación política, para poder crear una cultura de paz a todos los niveles de la sociedad.


Más información:
Dra. Tamara Kolangui Nisanof
kolangui@anahuac.mx