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El reto mayúsculo de la enseñanza del derecho.

 

“El derecho no puede convertirse en un campo de libre interpretación para justificar la voluntad del régimen. 

Reivindicar la forma es reivindicar el límite.”

I’ll see you on the dark side of the moon. 

Ser positivista es ser disidente.

Mtro. Antonio Carrión Delgado[1]

 


La enseñanza del derecho presenta un reto mayúsculo en los tiempos que corren; y no solo por la implementación de las Tecnologías de la Información y la Inteligencia Artificial en su ejercicio diario; sino que las más recientes reformas al sistema judicial y su materialización en la elección de juzgadores, magistrados y ministros, deja un sinsabor y una reflexión profunda respecto lo que como docente pretendo transmitir a mis alumnos respecto al sistema normativo y la finalidad de la justicia.

 

El papel, que se juega hoy en las aulas, no solo puede consistir en transmitir conocimientos, para un ejercicio profesional autómata; por el contrario, es indispensable regresar a las bases de la reflexión, la confrontación de las ideas y de los sistemas, con el único afán de formar abogados comprometidos, con el conocimiento, la integridad y la ética.

 

La tarea no es fácil en los últimos años, se ha desvirtuado la función del abogado, juzgadores y mucho más allá de todo aquello que implique conocimiento consciente, reflexivo y confrontativo; como bien apunta el Mtro. Carrión en el texto citado al inicio de este artículo, el derecho no puede ser una herramienta de retórica para justificar las ambiciones de control de un régimen sobre un poder (sobre todo sobre aquel poder que es el menos peligroso[1]), sino por el contrario, el derecho positivizado de la mano del ejercicio de la justicia debe buscar los equilibrios necesarios, en el que se atiendan los reclamos de estabilidad y respeto irrestricto a Derechos fundamentales.

 

La enseñanza del derecho debe reivindicar la construcción de la estructura de la norma jurídica como límite de las pretensiones del poder; exigir de los estudiantes —alumnos y profesores— la profundización de los conocimientos teóricos y prácticos adquiridos en las aulas y desarrollados en cualquier rama del ejercicio de la profesión, con un alto sentido de responsabilidad e integridad.

 

Es imperativo que el derecho en su estudio, ejercicio y aplicación no degeneré en pretensiones de ocultación y control de poderes constituidos o facticos sobre otros; tal como lo expone Bernard Rüthers en su obra Derecho degenerado. Teoría jurídica y jurista de cámara del Tercer Reich (2016). Y cuyas consecuencias nefastas todos conocemos.

 

Por esto, el llamado a docentes y estudiantes, es el análisis critico y el retorno al entendimiento del derecho, no como una disciplina maleable y al servicio de diversos intereses; por el contrario, entender a la ciencia jurídica – como eso – como ciencia con principios rígidos, que evolucionan de acuerdo con los tiempos, generando certezas y no contradicciones; siempre con la vista puesta en vencer al mal con el Bien. Vince in Bono Malum.

 

“Reivindicar la forma, es reivindicar el límite[1]”, pongamos manos a la obra, en la profundización del estudio y de los textos y del ejercicio diario del derecho que en palabras de mi gran profesor Miguel Carbonell, El derecho solo se aprende estudiando y leyendo todos los días.

 


Por el MDF. Mauricio Garduño Gali

Docente de la Escuela de Derecho de la Anáhuac Puebla



 Referencias: 

[1] Cfr. https://parentesislegal.com/ill-see-you-on-the-dark-side-of-the-moon-ser-positivista-es-ser-disidente/; el Mtro. Carrión Delgado, es mi compañero más adelantado, del Doctorado, en el Centro de Estudios Jurídicos Carbonell, es un honor citarlo para este artículo.

[1] Véase: Bickel, Alexander, La rama menos peligrosa.