La IA en el Derecho Mexicano: ¿Riesgo u Oportunidad?
La inteligencia artificial ya no es cosa del futuro: está metida en nuestra vida diaria, desde lo más básico como buscar una receta hasta diagnósticos médicos complejos. Y el derecho, por supuesto, no se ha quedado fuera. Hoy existen sistemas que analizan sentencias en segundos o que incluso redactan contratos. Entonces, la pregunta cae sola: ¿la IA es una amenaza para el derecho o una oportunidad para hacerlo más fuerte?
Por un lado, la IA puede ser un gran aliado. Imagina tribunales que usen algoritmos para agilizar procesos, reduciendo tiempos y dejando que los jueces se concentren en lo que de verdad importa: impartir justicia con criterio humano. Para los abogados también sería una ventaja, porque podríamos usar análisis predictivos y dar asesorías más rápidas y certeras.
Pero no todo es miel sobre hojuelas. La IA también trae riesgos. Los algoritmos no son neutrales; se entrenan con información que siempre tiene sesgos. Si dejamos que una máquina —aunque tenga supervisión humana— influya demasiado en decisiones judiciales, corremos el riesgo de vulnerar derechos humanos básicos.
Aquí está el gran problema: en México no hay reglas claras sobre el uso de IA en el ámbito legal. Eso significa que urge generar normas específicas que limiten los riesgos de estos sistemas automatizados, sobre todo cuando pueden tener un impacto directo en la vida de las personas.
En este escenario, las universidades tienen una responsabilidad enorme. No basta con enseñar derecho en su forma clásica: hay que preparar a los futuros abogados para entender, usar y cuestionar la tecnología desde una visión ética. La técnica jurídica ya no alcanza; necesitamos pensamiento crítico y un compromiso firme con la dignidad humana.
La verdad es que la IA no es buena ni mala en sí misma. Todo dependerá de cómo la regulemos y, sobre todo, de la ética y la preparación de quienes la usen. La disyuntiva está clara: si la manejamos con responsabilidad, será una herramienta que acerque la justicia a más personas y la haga más eficiente. Si no lo hacemos, podríamos poner en juego valores fundamentales de nuestra democracia.
El futuro del derecho mexicano, en buena medida, dependerá de cómo enfrentemos este reto.
Por el Mtro. José Santiago Oneca Morales
Docente de la Escuela de Derecho de la Anáhuac Puebla