La inteligencia artificial y el Derecho: aliados o rivales en la formación universitaria
La irrupción de la inteligencia artificial en el mundo jurídico ya no es un asunto del futuro, sino una realidad que redefine cómo se ejerce y enseña el Derecho. Plataformas capaces de redactar contratos, revisar jurisprudencia en segundos o asistir en litigios son hoy herramientas comunes en despachos, tribunales y universidades. Ante ello surge una pregunta clave: ¿están las y los estudiantes de Derecho preparados para integrar estas tecnologías de manera crítica, ética y responsable?
Las universidades enfrentan el desafío de formar abogados que dialoguen con la tecnología sin perder los valores humanos que sostienen la justicia. No se trata de prohibir su uso, sino de incorporarla como un recurso que enriquezca la investigación, el análisis de casos y la práctica forense. Así como en su momento lo fueron las bibliotecas digitales, hoy los algoritmos de aprendizaje automático pueden ser aliados estratégicos, siempre que su empleo esté acompañado de reflexión y criterio propio.
La formación integral, sello de nuestra universidad, es esencial en este escenario. La enseñanza del Derecho no debe limitarse a memorizar leyes, sino a cultivar pensamiento crítico, creatividad y ética profesional: competencias que ninguna máquina puede suplir. Promover el diálogo interdisciplinario e incorporar metodologías innovadoras permitirá a los estudiantes desenvolverse en un entorno donde el conocimiento jurídico conviva con la ciencia de datos y la programación.
El impacto de la IA también exige reforzar la dimensión social de la abogacía. Cada algoritmo que interpreta normas o sugiere estrategias debe ser evaluado a la luz de principios como la equidad, la protección de derechos fundamentales y la transparencia. Por ello, las universidades no solo transmiten saberes técnicos: forjan profesionales capaces de cuestionar, regular y humanizar la tecnología.
México necesita abogados que comprendan el lenguaje de los datos sin renunciar a su vocación de servicio a la justicia. La invitación al estudiantado es clara: usen la inteligencia artificial como trampolín para investigar, argumentar y crear, nunca como muleta que debilite su criterio ni como sustituto del razonamiento propio. La diferencia entre un profesional que transforma y uno que solo sigue instrucciones radicará en su capacidad de pensamiento crítico, creatividad y humanidad.
Por la Dra. Erika Elizabeth Ramm González
Docente de la Escuela de Derecho