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PUEDE-LA-IA-EJERCER-LA-ABOGACÍA

¿Puede una I.A. ejercer la abogacía? La pregunta que todo abogado debe hacerse hoy

Imagina que tu abogado no te responde. Y no porque esté ocupado, sino porque ya no es humano. Que tus documentos legales los redacta una inteligencia artificial. Pero vamos a enriquecer más tu imaginación: que tu estrategia de defensa legal fue sugerida por un algoritmo del cual también desconoces el lenguaje de programación. ¿Aceptarías una asesoría, consultoría o juicio así?

 

Como puedes observar la pregunta no sería si las IA pueden ayudar. En nuestra realidad, es si pueden ejercer como profesionales del derecho. Y la respuesta, quizás, está en cada uno de nosotros como abogados o profesionales universitarios del derecho.

 

En el escenario actual observamos un pequeño crecimiento del uso de herramientas como ChatGPT, Qwen, Gemini, Notebooklm, Copilot, Claude, entre muchas otras, en despachos (1). He de advertir que nuestra formación purista y ortodoxa es del siglo pasado -como lo mencione en artículos anteriores- puesto que dentro de las asignaturas cursadas ninguna refiere a elementos informáticos o tecnológicos, razón por la cual se ve a las herramientas antes mencionadas, como simples instrumentos de búsqueda y no como asistentes. A nivel internacional se pueden identificar casos reales: IA que redactan demandas, resumen la jurisprudencia, sugieren estrategias y sentencias.

 

Podemos entonces observar que las IA son buenas en el manejo del lenguaje. Y tienes toda la razón si en este momento expresas que es muy mala para dominar el lenguaje jurídico u otras cuestiones de dominio especifico de la abogacía. En 2024, en New Hampshire, “el abogado del demandante luego escribió una carta al tribunal reconociendo que su oposición "inadvertidamente" incluyó citas a múltiples casos que "no existen en la realidad". Smith v. Farwell , No. 2282CV01197 (Norfolk, SS. Mass. Superior Court February 12, 2024) en 5.” (2).

 

Con el caso mostrado lo que se observa es un aislamiento o analfabetismo digital por parte del sector legal a nivel mundial. Aquí cabe perfectamente el identificar primero que inteligencia artificial voy a utilizar como asistente y como aprende. Para el caso de chatgpt -la I.A. de moda- su forma de aprendizaje es a través del aprendizaje profundo (depp learning), esto es, “utiliza redes neuronales multicapa, llamadas redes neuronales

profundas, para simular el complejo poder de toma de decisiones del cerebro humano.”(3).

 

La sola idea de un abogado robot provoca entre algunos juristas escalofríos, e incluso los refiere a elementos de Sci- Fi (ciencia ficción) postapocalíptica, pero esto ocurre porque se le visualiza como humanoide, -ya no estamos lejos de esa convivencia- y no como es en realidad, un sistema de IA. Desde 2016 se ha hecho famoso ROSS Intelligence, que es una herramienta de investigación legal más avanzado que los habituales. En ese año la firma estadounidense Baker & Hostetler lo contrato como abogado. Parte de la actividad del abogado Ross se enfoca en rastrear en tiempo real los resultados de nuevas sentencias y juicios que hubieren sentado jurisprudencia e incorporarlo a su documentación legal para futura referencia. Si estos nuevos datos afectaban a un caso en proceso, el abogado Ross avisaba a los abogados de la firma para que modificaran su estrategia en consonancia. Sin embargo, como pudiese ocurrir con cualquier abogado también ha perdido de manera parcial en los tribunales (4), tal es el caso que un tribunal de distrito en Estados Unidos, específicamente el del Distrito de Delaware, le dio la razón a Thomson Reuters frente a Ross Intelligence en una sentencia de 11 de febrero de 2025. El magistrado Bibas argumento en su resolución:

“Un hombre inteligente sabe cuándo tiene razón; un hombre sabio sabe cuándo está equivocado. La sabiduría no siempre me encuentra, así que trato de abrazarla cuando lo hace, incluso si llega tarde, como lo hizo aquí”,

 

¿Puede la IA tener responsabilidad profesional? En el caso de Ross y trasladando por un momento su situación al estado mexicano prácticamente no la tendría ya que para poder ejercer la abogacía tendría que habérsele otorgado previamente una personalidad dentro de nuestra codificación y después haberse examinado ante alguna universidad pública o privada para ser acreedor al título correspondiente. Ante el supuesto de cubrir todos los requisitos, es importante recordar la ética de los abogados, nuestro actuar es con lealtad, veracidad y conciencia. Con esta perspectiva  pudiéramos afirmar que una IA no nos sustituye, sino que nos asiste, por el momento. Y aquí es donde aparecen los abogados digitales como guardianes éticos a modo de una salida constructiva y positiva para la abogacía. Aunque a título personal no la consideraría una salida sino una transformación positiva porque el derecho informático y el derecho digital -pese a no ser nuevos- el día de hoy están siendo redescubiertos.

 

La integración de la IA no debe exigir rechazo, sino un marco de uso consciente, guiado por la ética y la supervisión. La implementación debe estar sujeta a criterios humanos. Los abogados no debemos temer a la innovación, pero sí debemos discernir sobre cuándo, cómo y por qué emplear una IA, reconociendo que ningún algoritmo sustituye al análisis reflexivo.

 

En este contexto, el abogado trasciende una función técnica para convertirse en el filtro ético del sistema jurídico. Nuestro trabajo no consiste en competir con la IA, sino preservar aquello que la IA no puede replicar: empatía, justicia y la responsabilidad moral. En un mundo prácticamente automatizado, nuestra presencia es garantía de que el derecho sigue siendo, ante todo, un acto humano.

 

La tecnología avanza a una velocidad exponencial, metafóricamente podríamos decir que corre a 300 km/h sin detenerse. Pero hay algo que la IA en nuestra profesión no puede tener: vocación.

 

Por eso, cuando hagas uso de una IA, te puedes preguntar: ¿Estoy delegando mi trabajo? ¿O estoy delegando mi conciencia?

 

Al final, serás tú quien responda. Y tu juicio, tu ética… eso no se genera artificialmente. Casi lo olvido, mi respuesta al título de este espacio lo resumo así, cierto es que las I.A. ya redactan contratos, analizan jurisprudencia y hasta anticipan resultados de juicios con precisión. Pero… ¿eso la convierte en abogado(a)?

 

Live long and prosper.


Por el Mtro. Héctor Ibarra Santamaría
Docente de la Escuela de Derecho