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La industria petrolera en México, cuestión de tiempo

reforma petrolera

Durante casi 40 años la industria petrolera en México estuvo a cargo de las compañías privadas extranjeras. En 1938, el presidente Lázaro Cárdenas promulgó la expropiación petrolera y desde ese momento el gobierno, mediante la creación de Petróleos Mexicanos (Pemex), tomó el control de toda la industria en el país.


Por más de 76 años, Pemex ha operado la industria petrolera en México, fue hasta finales de 2013 que el presidente Enrique Peña Nieto promulgó un cambio en la constitución y modificó el artículo 27 para poder así dar cabida a la iniciativa privada en el sector energético; esto como medida de emergencia, ya que la paraestatal Pemex, ahora empresa productiva del Estado, se encuentra en una situación financiera difícil, aunado a esto, la declinación en la producción y, por último, la caída en los precios del petróleo merman aún más a la ya decadente Pemex.

LA REFORMA ENERGÉTICA

La reforma energética en México se da como una solución para mantener e incrementar la producción petrolera, ya que se requieren grandes inversiones de capital y tecnología. Actualmente, en el país no se cuenta con los recursos ni la tecnología para
aguas profundas.

El mundo del sector energético es operado por la industria privada, México era el penúltimo país en no contar con una reforma energética que permite la participación de la iniciativa privada. Hoy sólo Corea del Norte opera mediante el gobierno este sector, en México la reforma energética era necesaria, aunque llegó tarde.

Los modelos de contratos que México empleará son los de tipo Licencia y Producción o Utilidad Compartida, estos modelos son los más comunes a nivel mundial, con un plazo de 25 años, los cuales pueden ser extendidos en máximo dos periodos de cinco años cada uno, por lo que los contratos pueden durar hasta 35 años. Esto es necesario para poder recuperar las inversiones realizadas, ya que estos contratos son muy riesgosos y de grandes inversiones para las empresas privadas.

La industria petrolera a nivel mundial se encuentra sumamente deprimida por la caída abrupta de los precios del crudo. En enero de 2014 se tenían altas expectativas sobre la reforma energética para México, sólo que se dio en un muy mal momento, en la crisis más aguda del sector.

Es durante el 2014 que, mediante la Ronda Cero, se le asigna a Pemex el 83% de las reservas 2P y el 31% de las reservas 3P, esto con la finalidad de que mantenga una producción de 2.5 millones de barriles diarios durante los próximos 20.5 años, el resto de las reservas se licitarán entre empresas privadas en distintas rondas.

A cuatro años de haberse publicado las leyes secundarias (agosto de 2014) de la reforma energética, se han llevado a cabo nueve procesos licitatorios de las rondas, en las que se adjudicaron en total 107 contratos para la exploración y extracción de hidrocarburos, que garantizarían utilidades para el Estado con un promedio de 74% y un monto total estimado de inversión que ascendería a 161,000 millones de dólares en caso de éxito geológico, adicional a los tres farm-outs de Petróleos Mexicanos; lo que representa hoy una producción de 13.8 mil barriles de petróleo diarios y 78.64 millones de pies cúbicos de gas diarios adicionales producidos por 27 de los 110 contratos junto con los farm-outs de Pemex, dado que la mayoría de los contratos adjudicados son de exploración y se necesita realizar muchos estudios previos antes de empezar la etapa de producción.

La reforma energética en México se da como una solución para mantener e incrementar la producción petrolera, ya que se requieren grandes inversiones de capital y tecnología. Actualmente, en el país no se cuenta con los recursos ni la tecnología para
aguas profundas.

Adicionalmente, se tienen programadas dos licitaciones más para febrero de 2019 de las rondas 3.2 y 3.3, que representan 37 y nueve contratos respectivamente y siete farm-outs de Pemex. Aun cuando los primeros contratos, resultado de la reforma energética firmados desde mayo de 2015, apenas empiezan a producir, por distintas razones, que van desde los complejos trámites para obtener el permiso de perforación o la obtención del CURR para operar con un Sistema de Gestión de la Seguridad y Medio Ambiente, no fue sino hasta noviembre de 2017 que se perforó el primer pozo resultado de la reforma energética.

TODOS GANAMOS

Aunque el incremento en la producción de hidrocarburos, como resultado de la reforma energética, apenas es perceptible, ya que no llega ni a 1% con respecto a la producción diaria del país, que es cerca de dos millones de barriles diarios, desde otros ángulos se tienen muchas ganancias, como la generación de empleos directos bien remunerados, los propietarios de las tierras, que ahora son partícipes de las utilidades de la producción, y el Estado con los bonos a la firma de estos contratos y el pago de las contraprestaciones, regalías y el impuesto a la exploración y extracción de hidrocarburos.

Todas las empresas que resultaron ganadoras se han levantado de la noche a la mañana contratando personal desde las actividades administrativas para la gestión tanto de la empresa como del contrato, así como personal técnico especializado para la revisión y elaboración de los planes y estudios que se requieren para determinar el potencial del contrato.

Asimismo, estas empresas operadoras petroleras contratan diversos servicios y estudios tanto de gabinete como de campo. Adicionalmente, se les requiere un mínimo de contenido nacional, por lo que esto incentiva la contratación de personal y empresas proveedoras que aporten y contribuyan a cumplir con los porcentajes mínimos establecidos del contenido nacional.

EN RESUMEN

El futuro de México con la reforma energética es muy prometedor, los resultados no son inmediatos, para empezar a producir hidrocarburos se requieren de no menos de tres años, y en aguas profundas puede ser de hasta ocho años de estudios y trabajos previos, pero desde la firma de un contrato ya se ve la ganancia para México en la generación de nuevos y mejores empleos.

Desafortunadamente, los bajos precios del petróleo, que ya se han logrado estabilizar por arriba de 60 dólares, así como toda la burocracia y sobrerregulación de nuestro país hacen aún más lento todo el proceso, por lo que para palpar todavía más los resultados de la reforma será cuestión de tiempo.

México debe adaptarse a los cambios rápidamente ante un nuevo escenario y con nuevos jugadores, debemos ser competitivos y entender rápidamente las reglas del juego, el estar preparado e informado es parte de la clave para poder capitalizar las oportunidades que trae consigo la reforma energética.