Skip to main content

A un año del sismo: la reconstrucción sigue

A un año del sismo: la reconstrucción sigue

El 19 de septiembre del año pasado, cuando se conmemoraba el aniversario 32 del terremoto de 1985 de la Ciudad de México, una parte del territorio nacional fue sacudido por un sismo de 7.1 grados. En total, 400 municipios de 10 estados —Chiapas, Oaxaca, Morelos, Puebla, Estado de México, Tlaxcala, Ciudad de México, Hidalgo, Tabasco y Guerrero— sufrieron afectaciones. Miles de familias perdieron su patrimonio, pero la pérdida más grande fueron las 369 víctimas mortales que se reportaron. Se había registrado 12 días antes otro temblor de mayor magnitud, 8.2 grados, en el que 102 personas perdieron la vida, 82 de ellas en Oaxaca, 16 en Chiapas y cuatro en Tabasco, sumando 471 muertes entre ambos eventos.

Tras la tragedia, varias naciones se solidarizaron con México. De acuerdo con la Secretaría de Relaciones Exteriores, 24 países, entre ellos Alemania, China, Cuba e Israel, por nombrar algunos, mandaron ayuda humanitaria y donaciones que ascendieron a 64 millones 34 mil 82 pesos, dinero que se depositó en la Cruz Roja y en el Fideicomiso Fuerza México, principalmente, además de que se recibieron 663 toneladas de ayuda en especie.

Según un reporte del Instituto Belisario Domínguez del Senado, entre las donaciones de diferentes países, fundaciones, empresas y particulares se recaudó un total de 3 mil 413 millones 400 mil pesos (esta cantidad no incluye las recaudaciones de diversas campañas de apoyo tras los sismos), pero a un año de este desafortunado evento no se puede decir que México ya esté de pie, pues muchas familias siguen sin recuperar su patrimonio.

Los daños materiales, según la revista Forbes, se estimaron entre 13 y 36 mil millones de pesos. En cuanto al número de damnificados, no se tiene un número oficial, pero según los datos del Gobierno de la Ciudad de México, un par de semanas después del temblor había 1,146 personas pernoctando en los albergues, y para el 7 de diciembre quedaban 98; en cuanto a los datos de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, 1,183 viviendas sufrieron daño y hubo 4,022 damnificados, mientras que un cálculo realizado por Huffington Post, basado en el número de cheques de ayuda del gobierno que se habían emitido, por la cantidad de habitantes promedio por casa (3.4), según los datos del INEGI, el número podría elevarse a 38,638.

A un año de esta tragedia, muchos de los damnificados aún ven lejos la solución a su situación, pero la ayuda que surgió después del sismo les ha dado esperanza a varios de los afectados y ya se ha convertido en una realidad para algunos cuantos.

AYUDA INMEDIATA

Si bien muchos de los afectados se quejan de que el gobierno actuó con lentitud o que un día posterior al sismo los visitó y después desapareció, también es cierto que, al igual que en el sismo de 1985, la ayuda de la sociedad civil no se hizo esperar.

La asistencia después del terremoto llegó por varios flancos, desde ciudadanos que ayudaron con su trabajo a las labores de rescate y otros que ofrecieron su apoyo desde sus trincheras —como Gerardo Quezadas, chef y propietario del restaurante Angelopolitano, ubicado en la colonia Roma, quien adaptó una parte de sus instalaciones como comedor comunitario para que la gente que estaba trabajando en la zona de desastre comiera y se desconectara por un momento; o la de la publirrelacionista Rosario Valeriano, quien juntó a varios colegas para reunir 10 toneladas de ropa para damnificados, además de víveres, juguetes y muebles—, hasta fundaciones previamente establecidas que reunieron recursos para los damnificados y otras más que surgieron casi de inmediato.

Los daños materiales, según Forbes, se estimaron entre 13 y 36 mil millones de pesos.

Entre las primeras está la Fundación Carlos Slim, que, según reportaba hace unas semanas en su sitio web donó un total de 2 mil 467 millones 668 mil 811 pesos y 44 centavos, de los cuales, 411 millones 278 mil 135 pesos y 44 centavos provenían de donativos de particulares, mientras que la fundación aportó lo que prometió: cinco pesos por cada peso donado, lo que se tradujo en 2 mil 467 millones 668 mil 811 pesos más. Por otro lado, hace unos meses se entregaron las primeras casas construidas por Fundación Slim en Xochimilco, un plan que tiene por objetivo reconstruir 480 casas en las zonas más afectadas de la Ciudad de México y otras más en algunos municipios afectados.

Otra institución de renombre que se unió a la ayuda fue Fundación Azteca, que a cinco días del desastre natural recaudó 21 millones de pesos, y con su compromiso de poner un peso por cada peso donado, la suma terminó en 42 millones. El propósito de este dinero era construir, por lo menos, 100 viviendas para los damnificados. Además, compañías como Cinemex, Cinépolis y Walmart, entre muchas otras, cooperaron donando cantidades similares o hasta mayores a las que aportaban sus donadores.

Entre las asociaciones que surgieron a raíz de los temblores están Viem Mx, una sociedad civil creada por jóvenes que se dedica hasta la fecha a crear viviendas ecológicas con la participación ciudadana utilizando botellas de PET en las comunidades afectadas; además, Alianza Tierra se involucró directamente con las zonas más dañadas en la zona mixe, en Oaxaca, para que los mismos afectados, con la ayuda de voluntarios, levanten sus casas, pero reutilizando los materiales que aún sirvan y que fueron generados en los derrumbes.

 

Sismo: a un año la reconstrucción sigue

 

JOJUTLA, EL EJEMPLO A SEGUIR

En este proceso, la ayuda de los egresados de la Universidad Anáhuac ha sido determinante para que comunidades enteras se levanten de nuevo.  El arquitecto José Luis Hernández Bañuelos, profesor de Seminario de Tesis de la Facultad de Arquitectura de la Anáhuac, ideó un plan en el que él y sus alumnos pudieran ayudar, por medio del Proyecto Esperanza, a cientos de familias en Jojutla, Morelos.

“La única manera de cambiar a México es con educación”, dice Hernández Bañuelos. “Yo les pido a los alumnos una tesis con responsabilidad social. Siempre he buscado hacerlo en comunidades con necesidades reales, y el sismo del 19 de septiembre fue algo que nos competía a nosotros como arquitectos, teníamos que responder”.

Cuando Hernández Bañuelos supo de los daños que había sufrido Jojutla y fue a ver la zona, se encontró con que estaba destrozada.

“Aproximadamente dos manzanas fueron completamente devastadas. En ese momento hablé con algunos arquitectos y les dije que tenía la idea de comprometer a mis alumnos con cada una de las familias damnificadas”, explica. “Solté un video en redes sociales que se hizo viral, donde empecé a tener mucha respuesta de personas que veían que esto era real, así surgió el Proyecto Esperanza”.

En el camino hubo obstáculos, el primero fue buscar una asociación civil para recibir donativos, así dieron con Érase una vez un hogar, que llevaba fundada seis años antes del sismo y se dedicaba a hacer viviendas en el sureste del país; otro problema, el más grave, fue la corrupción que la tragedia sacó a la luz.

“Cuando llegamos, nos dimos cuenta de que la gente no tenía documentos que acreditaran su propiedad, así que buscamos a abogados que nos ayudaran con el proceso y les hicieran ver la importancia de contar con esos documentos”, explica el arquitecto Hernández Bañuelos.

Por otro lado, advirtieron que la gente estaba establecida en un lugar no apto para la vivienda.

“El nivel del agua se encuentra a 70 cm, el sismo fue tan fuerte que creó un efecto de licuefacción (cuando los sólidos se hunden en una superficie acuosa), tuvimos a especialistas en técnicas que fueran amigables con el medio, pero el suelo no permitía construir”, recuerda.

Si bien muchos afectados se quejan de que el gobierno actuó con lentitud, también es cierto que, al igual que en el sismo de 1985, la ayuda de la sociedad civil no se hizo esperar.

Además, ninguna casa tenía cálculos sanitarios, hidráulicos, eléctricos o estructurales, pues la misma gente construyó sus propiedades; finalmente, ¿cómo fue posible que se haya podido construir en esta zona? Hernández Bañuelos comenta que muchas personas le dijeron que autoridades los visitaron, pero con una mordida se quitaban del problema del pago de impuestos.

Tras esta experiencia, el arquitecto ve una solución a futuro: tener una cultura de prevención.

“Estamos comprometidos como profesionales para enseñarles a los alumnos que debemos tener esta cultura y que es muy importante hacer proyectos reales”, dice Hernández Bañuelos.

Precisamente, el Proyecto Esperanza es una realidad: a 10 meses del sismo se tienen 25 casas levantadas, se beneficiará a 240 personas, además de que se ha podido ayudar a 800 familias durante el proceso en el estado de Morelos.

Los alumnos de la Anáhuac involucrados en el proyecto ya terminaron su labor en Jojutla, pero, por el compromiso adquirido con estas familias, regresan a supervisar las construcciones.

Uno de los aspectos más importantes del Proyecto Esperanza es que no se trata de un proyecto asistencialista, pues involucra directamente a los afectados en la reconstrucción.

“No le estamos regalando nada a nadie, ya que las personas cooperan con su esfuerzo, nosotros los apoyamos con materiales, pero no ponemos mano de obra, contribuimos con supervisión en sitio y el seguimiento por parte de los alumnos en cada uno de los proyectos”, explica Hernández Bañuelos. “De esta manera se convierte en un proyecto compartido que nos enseña a trabajar a todos unidos y coordinados. Además, cada uno de los proyectos se adecúa a las necesidades de la familia”.

El Proyecto Esperanza fue apoyado no solo por los alumnos y egresados de la Universidad Anáhuac, sino también por mexicanos que viven en el extranjero. Hernández, un confeso amante del arte, realizó subastas de obras especiales hechas para ayudar a los damnificados.

“Me queda claro que Proyecto Esperanza no termina a un año del sismo, el proyecto somos todos en México y tenemos que estar comprometidos con la sociedad, siempre habrá alguna necesidad, de médicos, abogados, profesionales jóvenes, de personas que se comprometan, cada quien en su trinchera”, agrega.

El Proyecto Esperanza es una muestra de que cuando se quiere ayudar a las personas que lo necesitan, se puede, siempre y cuando haya un verdadero compromiso. Esta es una de las razones por las que mucha gente está por volver a tener hogar cuando hace un año lo habían perdido todo.

 

EL SISMO POR ESTADO

ESTADO DE MÉXICO
Casas dañadas: 1,500, de las cuales 800 quedaron completamente destruidas.

CIUDAD DE MÉXICO
Casas dañadas: El número de propiedades con pérdida total fue 2,247. Solamente en Xochimilco se colapsaron 385 viviendas, según Plataforma CDMX.

MORELOS
Casas dañadas: 20,000, según el gobernador de Morelos, Graco Ramírez, quien informó en su momento que en 20 de los 33 municipios del estado había daños.

CHIAPAS
Casas dañadas: 18,058.

PUEBLA
Casas dañadas: La Secretaría de Gobernación del estado reportó casi 1,700, de las cuales, una cuarta parte eran consideradas pérdida total. En 51% de los municipios de Puebla se declaró emergencia extraordinaria.

OAXACA
Casas dañadas: 33,000, de las cuales 21,823 se reportaron como pérdida total.

GUERRERO
Casas dañadas: aproximadamente 1,000.

Fuente: Protección Civil.

LA AYUDA SIGUE

Tres formas de continuar ayudando a los damnificados del temblor de septiembre.

CRUZ ROJA MEXICANA. Hace unos meses, el presidente de la Cruz Roja Mexicana, Fernando Suinaga Cárdenas, quien es egresado de la Universidad Anáhuac México, declaró que, tras la entrega de 4,750 toneladas de ayuda humanitaria, hacían falta más donativos en especie. La Cruz Roja siempre necesita de gente dispuesta a ayudar. cruzrojamexicana.org.mx

VIEM MX. Siguen recibiendo donativos y necesitan voluntarios. viemmx.org

PROYECTO ESPERANZA. El proyecto que fundó el egresado y profesor de la Facultad de Arquitectura de la Anáhuac, José Luis Hernández Bañuelos, sigue ayudando a la comunidad de Jojutla. Para donativos económicos o en especie, visita
proyectoesperanzamx.org o su página en Facebook.

LOS VOLUNTARIOS DE LA ANÁHUAC

Cuando el terremoto del 19 de septiembre nos tomó por sorpresa, la Universidad Anáhuac ya estaba lista para ayudar.

“Nosotros ya estábamos trabajando de cara a los sismos de México porque durante el temblor del 7 de septiembre hicimos una activación del centro de acopio y desde ahí empezaron las acciones de voluntariado”, explica el arquitecto Antonio García, director de Compromiso Social y encargado del Área de Voluntariado de la Universidad Anáhuac.

“La universidad ya estaba trabajando de cara a un desastre natural, cuando tembló el 19 de septiembre, la comunidad universitaria
reaccionó de inmediato, el esfuerzo que estábamos haciendo en Oaxaca y Chiapas pasó a una activación más grande”.

El temblor del 19 de septiembre fue a las 13:14 horas y, a menos de cuatro horas, el centro de acopio ya estaba listo para recibir
las donaciones en especie; para las 18:00 horas ya se estaban empaquetando despensas y comenzando la distribución con los mismos voluntarios a diferentes zonas afectadas.

García comenta que durante los días del centro de acopio, entre los Campus Norte y Sur, hubo alrededor de 15,000 voluntarios, y en ambos centros se recolectaron 212 toneladas de acopio.

“Nosotros seguimos pendientes de muchas actividades que todavía hoy siguen vigentes, la activación del centro de acopio es permanente”, comenta García.

¿Quieres ayudar a los damnificados como voluntario en la Universidad Anáhuac?
Date una vuelta por sus perfiles de FacebookInstagram y Twitter.

MÁS SOBRE JOSÉ LUIS HERNÁNDEZ BAÑUELOS

  • Licenciatura en Arquitectura 1996
  • Medalla “Liderazgo Anáhuac”.
  • Doctor Honoris Causa 2018, por el Claustro Iberoamericano.
  • Premio Modernismo 2012-2014 por World Monuments Fund y Knoll.
  • Director del Proyecto Esperanza Jojutla.