Abstract
Desde el siglo XX, y hasta el momento presente, la experiencia estética
viene siendo objeto de múltiples investigaciones transdisciplinares. Ésta se
muestra, además, como privilegiada vía para la comprensión de la realidad en
su diversidad y complejidad. A su vez, los avances en el campo de la investigación neuroestética, implementados durante estos últimos años, han venido
a consolidar la relevancia de este modo de experiencia. Y si por si esto no
fuese suficiente, la razón, como facultad esencial y específica del ser humano,
en concordancia con la voluntad y la afectividad, a través de la experiencia
estética, ha quedado rescatada del reduccionismo a cientificismo empírico,
tan propio de la modernidad, en su tránsito hacia una perspectiva de horizonte
abierto, en esta segunda etapa de la era postmoderna.