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Comunidades resilientes a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia

Comunidades resilientes a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia

 

El 19 de noviembre de 2025, en el contexto de la materia de Principios de resiliencia, recibimos a la Mtra. Mariana Pallarés Blanco, ingeniera civil por la Universidad Metropolitana de Caracas, con especialidad en sostenibilidad, quien además de tener estudios en Doctrina Social de la Iglesia por la Universidad Pontificia de Salamanca y un posgrado en Compromiso Cívico por el Centro de Estudios, Formación y Análisis Social del CEU San Pablo en Madrid.

El tema que desarrollo ayudó a los alumnos a vincular sus conocimientos de fundamentos de resiliencia con los pilares y valores expuestos en la Doctrina Social Cristiana (DSI).

Los estudiantes comprendieron los cinco principios de la DSI:

  1. Bien común, como esa búsqueda constante del bien de los demás como si fuese propio.

  2. Subsidiariedad, cuando las decisiones deben tomarse por aquellos más cercanos al problema y las entidades de orden superior deben ponerse en una actitud de ayuda a los primeros.

  3. Destino universal de los bienes, buscando que todo ser humano tenga posibilidad de gozar del bienestar necesario para su desarrollo.

  4. Solidaridad, además de ser virtud moral es esta capacidad de organización social y política, siempre buscando el bien común.

  5. Participación, como deber y derecho de todos los miembros de la comunidad.

A través de la revisión de cuatro casos de resiliencia, los jóvenes aplicaron la metodología de la DSI: ver, juzgar y actuar.

Recordando las palabras de Francisco en Fratelli Tutti (2020), entendieron que la resiliencia siempre tiene un contexto comunitario:

“Un ser humano está hecho de tal manera que no se realiza, no se desarrolla ni puede encontrar su plenitud «si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás». Ni siquiera llega a reconocer a fondo su propia verdad si no es en el encuentro con los otros: «Solo me comunico realmente conmigo mismo en la medida en que me comunico con el otro». Esto explica por qué nadie puede experimentar el valor de vivir sin rostros concretos a quienes amar. Aquí hay un secreto de la verdadera existencia humana, porque «la vida subsiste donde hay vínculo, comunión, fraternidad; y es una vida más fuerte que la muerte cuando se construye sobre relaciones verdaderas y lazos de fidelidad. Por el contrario, no hay vida cuando pretendemos pertenecer sólo a nosotros mismos y vivir como islas: en estas actitudes prevalece la muerte” (No. 87).


Más información:
Facultad de Educación y Humanidades
Mtra. Claudia Elizabeth Orozco Galindo
claudia.orozcog@anahuac.mx