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Cuarentena espiritual



Cuarentena espiritual

Nuestra alumna Lorena Carvallo nos comparte un interesante artículo sobre el momento que vivimos por la pandemia y cómo poder vivir una cuarentena espiritual.

 


Tomar clases, ir a trabajar, a conciertos o ir al cine ya no es como lo conocíamos previo a que comenzara la pandemia del COVID-19. De igual modo, nuestra vida de fe se ha visto puesta a prueba durante esta cuarentena espiritual.

 

La alumna Lorena Carvallo Capdepont (Licenciatura en Negocios Internacionales, 7mo. Semestre), integrante de la primera generación del Programa de Liderazgo Integral para la Trascendencia de REMA (Programa de Servicio Social), nos comparte un interesante artículo sobre los retos que enfrentamos para poder fortalecer nuestra vida espiritual.

 


Cuarentena espiritual


¿Una pandemia llegó de repente y no sabes cómo vivir tu vida espiritual en medio de este caos? ¡No te preocupes! Yo tampoco…

 

Y es que ninguno de nosotros tiene un manual de “efectivos pasos para tener una vida de oración en momentos de crisis”, pero lo que sí tenemos es la certeza de que Dios está. Puede que no lo veamos, no lo sintamos, no escuchemos su voz, pero está. Y si no lo vemos, sentimos u oímos es porque, aun estando confinados, tenemos tanto ruido en nuestra mente y el corazón que no nos dejan hacerle un lugar a Él.

 

Hemos vivido los últimos meses en aislamiento y aunque estamos “solos” recibimos más contenido que nunca, somos esclavos de las redes sociales, tenemos tareas a montón, trabajo en casa que no sabemos balancear con nuestra vida personal, deberes del hogar (porque claro todos tenemos que cooperar en casa).  Y así, un sinfín de pendientes que rondan nuestro pensamiento, estresan nuestros días, nos frustran y vuelven la crisis externa en una crisis interna. Y, ¿quién es el que se queda sin espacio en nuestro día? Dios.

 

Es una realidad que estamos frustrados y que a veces sentimos que el mundo se nos viene encima, también así se sintieron los discípulos de Jesús en medio de la tormenta, perdidos, desesperados e intranquilos. Pero Jesús estaba ahí con ellos en la barca y calmó esas aguas que los asustan; Él, en su infinito poder, apacigua esta amenaza y les da paz. Jesús también nos quiere dar paz hoy a ti y a mí, quiere calmar esos ruidos en nuestros corazones, esas preocupaciones e incertidumbres. Tal vez nos aislamos físicamente de la sociedad, pero no de Él. Jesús está en nuestros hogares, en medio de nuestras familias y hemos estado tan ocupados que no nos hemos dado cuenta de que se “encerró” con nosotros.

 

Cuarentena espiritual

 

Claro, estamos acostumbrados a tener mil y un medios para buscarlo: una capilla, la confesión, Horas Eucarísticas, retiros a montón, pláticas, etc. Pero hoy no te pide que salgas a buscarlo, sino que te internes en lo más profundo de ti, donde Él está. ¿Qué hace Jesús cuando quiere hablar con su Padre para pedirle más fuerza que nunca? Se va al desierto a orar, se va al monte solo. Hoy por hoy, fuimos llevados a ese desierto, parece que nada nos habla de Dios, pero es cuando más podemos tener un encuentro personal y profundo como lo hizo Jesús. No necesitó estar en el templo o predicando, solo saber que estaba con su Padre.

 

Y creo que la situación actual nos exige ese ser consciente de la presencia de Dios. El ver Misa en línea, el tener dirección espiritual vía Zoom, encontrarte con tu grupo de oración en videollamada, el no poder ir a Hora Eucarística presencialmente, no habernos confesado… ¡todos han sido grandes retos!

 

Nosotros, la Iglesia, hemos sido creativos y hemos aprovechado los medios a nuestro alcance para perseverar, pero claro que es cansado, claro que llega un momento de hartazgo, de necesidad de estar frente al Santísimo, llega el momento de frustración. Por eso digo lo anterior, es necesario tener esta consciencia de que, aunque participemos en línea en Misa, es la misma Misa que vivimos, es el mismo sacrificio de Jesús, no es una película o un documental, seguimos presenciando un milagro. Hacer esta consciencia nos ayudará a vivirla más profundamente.

 

Otra cosa que nos puede facilitar es ponerle una intención a esto que nos cuesta pero que, por amor, queremos ofrecerle a Dios, ¡y hoy sobran intenciones por las cuales interceder! El chiste aquí es darle sentido a lo que hacemos. No es por cumplir, ya no es por quedar bien o que te vean en Misa, no es por socializar después de una Hora Eucarística. ¿Por qué hacemos las cosas de Dios?, ¿por qué nos cuesta hacerlas?, ¿le estamos dando sentido?

 

Y aquí y ahora, se nos presenta una oportunidad enorme para crear convicciones, para querer estar con Jesús simplemente por amor, para perseverar en nuestra vida espiritual y hacerla personal. Es un momento culmen, si así lo queremos ver, en nuestro camino de santidad; en donde después podremos decir que nos fuimos al desierto, pero nos encontramos con Dios. Un momento donde podremos decir que no salimos de nuestras cuatro paredes pero que nuestra alma fue más libre y plena que antes; que ya estábamos camino al Cielo, pero ahora subimos más escalones.

 

Cuarentena espiritual

 

Y quiero terminar con un consejo que una vez escuché y me cambió la vida: Los momentos de oración no son la vida de oración. Claro, es importante orar, meditar, reflexionar en la palabra de Dios, acompañarlo en los sacramentos, ir a la capilla. Pero una vida de oración es la oración que se hace vida, es llevar todo esto a nuestro día a día.  No importa si estás trabajando o en clases online, te llevas a Jesús contigo, lo haces parte de tu día. Y si, por ejemplo, no sabes cómo rezar en tu casa, ¡no hay problema! solo platícale lo que sientes, sin formalidades, sin exigencias, como a un amigo, Él lo que quiere es conocer y consolar tu corazón.

 

Invita a Jesús a ser parte de tu día y abre los ojos a su presencia en tu vida. Diario te da más regalos de los que te puedes imaginar, pero es cosa de nosotros saber verlos, estar pendientes, hacerlo parte.

 

No tengo una receta para vivir la vida espiritual en medio de una pandemia, ni siquiera me imaginé ser parte de una, pero si algo sé es que Jesús me ha quitado el control que pensaba tener y me ha enseñado a confiar, a abandonarme en Él. Me ha costado, por supuesto, me gusta compararme con una escultura sin terminar, porque Dios al tallarme tiene que picar piedra y duele, pero transforma.

 

En esta cuarentena vaya que ha picado piedra, vaya que me ha cambiado los planes, vaya que me ha sacado de mi zona de confort, pero Dios nunca se ha bajado de la barca. Ni de la mía, ni de la tuya.

 

Te invito a que descubras tu propia fórmula, a que invites a Jesús a ser parte de tu vida donde sea que estés y dejes que Él la transforme durante esta cuarentena espiritual.

 


Más información:
Pastoral Universitaria
Red Mision Anáhuac (REMA)
Lic. Leticia Vásquez Cruz
leticia.vasquezcr@anahuac.mx