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Prison Art, ¿le darías una segunda oportunidad a un exconvicto?



Prison Art, ¿le darías una segunda oportunidad a un exconvicto?

Jorge Cueto, fundador de Prison Art, y egresado Anáhuac, comparte su historia y hace un llamado a la sociedad para brindar una nueva oportunidad de reinserción a aquellos que alguna vez estuvieron en la cárcel.

“La libertad es lo más preciado que tenemos, no nos damos cuenta muchas veces porque estamos muy acostumbrados a ella, pero es algo que debemos aquilatar y proteger”. 
Jorge Cueto, fundador de Prison Art


Para hombres como Nelson Mandela, el primer presidente negro de Sudáfrica, la prisión es como una universidad. Pasó un total de 27 años en la cárcel acusado de alta traición por un supuesto intento de golpe de Estado –aunque finalmente fue declarado inocente–, tiempo en el que se convirtió en un hombre redomado y defensor de los derechos humanos. Pero, ¿realmente una  celda es el lugar idóneo para conoceros a nosotros mismos? ¿Es necesario perder nuestra libertad para poder valorarla?


El Lic. Jorge Cueto Felgueroso (Actuaría, gen. ‘89) es fundador de Prison Art, un comprometido padre de cinco hijos y un exconvicto, quien comparte su historia con nuestra Comunidad Anáhuac como un llamado a la sociedad para brindar una nueva oportunidad de reinserción a aquellos que alguna vez estuvieron en la cárcel.

 

 


Sujeto a proceso, fue recluido durante un año en el penal federal de Puente Grande, en Jalisco. Esos 12 meses vivió de cerca la corrupción, la violencia y la tortura, que se convirtieron en el pan de cada día, aunque esa dura estancia también fue el escenario para dar vida a una poderosa y original idea de negocio.


“Dentro del penal conoces la parte del rito del tatuaje, que está muy vinculado con el tema de las cárceles, donde se creó un área de artesanías muy grande que me permitió poder desarrollar el modelo de negocio que hoy en día es Prison Art”, explicó en entrevista.


En lugar de que los convictos continuaran tatuándose unos a otros, Jorge Cueto pensó que sería mejor inventar un procedimiento que permitiera tatuar el cuero. Se trató de una fusión un tanto extraña entre el tatuaje tradicional, el diseño de moda, el arte y la marroquinería, dando vida a una línea de productos de piel de lujo que se comercializan como marca.


“El proyecto de Prison Art nació con la idea de darles un futuro más esperanzador a los muchachos y muchachas que están recluidas en las cárceles en México. Se trata de una empresa social que busca vender los productos a un buen precio y reutilizar las ganancias para crecer la empresa y, de esa forma, poder ayudar a más personas”, aclaró.


La parte del valor de impacto se realiza a través de la asociación civil Proyecto Arte Carcelario, mientras que la parte de negocios se realiza mediante una sociedad mínima de capital variable, Prison Art, ambas enteramente relacionadas.


Dicha asociación se encarga de la capacitación al interior del penal y, una vez que las personas obtienen su libertad, Prison Art se encarga del proceso de reinserción, ya sea a través de una oferta laboral para trabajar directamente con la compañía, en alguno de los talleres – ubicados en la Ciudad de México y Guadalajara–, en las oficinas y desde casa.

 


El proceso para seleccionar a los muchachos no depende del delito que hayan cometido, depende sobre todo del interés que tengan en buscar un nuevo estilo de vida, uno más esperanzador para ellos y sus familias donde se evite que sean cooptados por los grupos del crimen organizado.


Lo cierto es que para poder financiar el proyecto, dependen del número de tiendas que tengan. “Hoy en día contamos con un sistema de comercialización de los productos de Prison Art. Son 14 tiendas propias, algunas de las cuales están en la Ciudad de México, Cancún, Playa del Carmen, Mayakobá, Puerto de Cancún, Valle de Bravo y San Miguel de Allende, además de Barcelona e Ibiza”, detalló.


Se trata de tiendas cuyo modelo de negocio es rentable incluso para competir como marca a nivel internacional. Además, sus productos –considerados de lujo– “son un llamado a la sociedad para demostrar que la gente que está en la cárcel no es basura, de darles una oportunidad para regresar nuevamente a la sociedad y volver a ser productivos”.


Dentro de los grupos beneficiarios se encuentran 200 personas, de las cuales 42 ya han obtenido su libertad y trabajan en las oficinas, otros 160 que están privados de su libertad y que trabajan desde diferentes cárceles, de los cuales el 30% son mujeres y el 70% son hombres.


Para nuestro egresado el ser humano es un ser muy sociable y, curiosamente, se vuelven mucho más sociables en el momento en el que están solos. “Necesitas de los demás para sobrevivir y cuando estás dentro de la cárcel te das cuenta de que las personas no son diferentes a ti, te das cuenta que esas personas también ríen, lloran y tienen una familia por la que se preocupan, y esa relación va creando lazos”, reveló.


A través de Prison Art, Jorge Cueto busca demostrar a la sociedad que juntos pueden buscar un camino alternativo lejos de la violencia, la policía y el enfrentamiento para ayudar a los exconvictos a reinsertarse en la sociedad.


“Sí, estar en la cárcel cambió muchos aspectos de mi vida  y ofrecer oportunidades a este grupo de personas ya no es una opción, para mí es una meta y una obligación. Creo que es el cambio más importante”, finalizó.


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