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El Halloween, ¿católico? Una mirada desde la educación y la fe



 humanism Liderazgo Anáhuac en Humanismo

El P. Peter Mullan, L.C., realiza un recorrido histórico sobre esta fiesta y la fusión de dos culturas que nos llama a discernir entre lo bueno e inocente por encima de lo morboso y lo oscuro.

Cada año, desde que llegué a México, el mes de octubre suscita inquietudes y preguntas sobre el Halloween. Desde niño he sido fan de esta fiesta, aunque me causó ruido cuando, en 2014, este tema generó tanto barullo entre católicos contra esta celebración. Con el paso de los años, he ido captando la complejidad y las múltiples caras de Halloween en la Ciudad de México. Por ello, quiero compartir algunas ideas y, sobre todo, cómo sí aprovechar estas fiestas para enseñar a nuestros hijos lo grande de nuestra fe y lo valioso de nuestras tradiciones.

Entre lo complejo de esta fiesta, primero es el hecho que sea importada de Estados Unidos a México. Son dos culturas muy distintas, que una no pide nada a la otra. Lo que en mi casa en Maryland era muy inocente, con un tinte de terror, desde luego, se importa a un país donde muchos siguen con ritos y creencias espiritistas prehispánicos que puede dar un significado más oscuro al Halloween. Ligado a eso, viene el nivel de educación con que se vive el Halloween; en ciertos lugares se presta a decoraciones y figuras que glorifican lo morboso, lo grotesco y lo satánico, mezclado con cosas de la Santa Muerte. Hablando de culturas, el 2 de noviembre tiene muchas raíces naturales, aunque el desfile que se realiza en la Ciudad de México surgió más por la película de James Bond, lo que nos lleva a un factor muy real: money, marketing y ventas. Toda esta complejidad hace que mi respuesta sobre el Halloween católico sea más que un sí o no.

Primero, hay que decir que el Halloween viene de la Iglesia católica, que luego los satanistas y brujos se lo quisieran apropiar, es otro asunto. Fueron los monjes católicos en Inglaterra, Escocia e Irlanda que se encontraron con una fiesta pagana durante el otoño que buscaba espantar y alejar a los espíritus malos. Igual que los monjes españoles en México en el siglo XVI con los altares paganos de muertos, los ingleses católicos le dieron un sentido cristiano a esa fiesta pagana: le pusieron fecha de 31 de octubre y nombre de Halloween, como vísperas de todos los santos el 1 de noviembre, para preparar el camino a lo santo, espantando y expulsando a los demonios. “All Hallows’ Eve” significa víspera de todos los santos, en inglés antiguo, de allí el nombre de Halloween. Como se puede ver, incluso el nombre tiene referencia católica, para evitar darle un significado puramente pagano.

Para llegar al asunto directamente: “¿puedo llevar a mis hijos pequeños a hacer Trick or Treat por el vecindario? ¿Se pueden disfrazar los niños, de lo que sea? Para los hijos adolescentes (y para nosotros adultos), ¿las fiestas de Halloween están permitidas? Como hemos visto, el Halloween sí tiene raíces católicas, igual que sentido pagano; hace falta un buen discernimiento sobre el sentido que nosotros le queremos dar. Al tomar una posición respecto al Halloween, hay dos extremos que hay que evitar en este tema de Halloween: ver el Demonio en todo, y aceptar todo de Halloween, incluyendo lo satánico. Con total claridad, hay que cuidarnos del Maligno, que en un país como México puede meterse en algunos ambientes, con ritos y hechizos. Hay que saber identificar cuando algo de un poco de terror (que es sano, siempre respetando la edad del niño) pase a algo más demoniaco, glorificando lo feo o lo malo.

Lo dark tiene siempre cierta atracción y poder; hay que estar atentos a que no se nos cuelgue algo, por una tontería. Este año en varias ocasiones me ha tocado hacer bendiciones de casas y locales donde se percibían cosas oscuras; no hay que jugar con ese tipo de fuego. Que no caigamos en el extremo de aceptar y hacer todo lo que nos propongan con el Halloween, sino que discernamos si es inocente, o viene con tintes oscuros. Al otro extremo está el ver el demonio en todo: el pedir dulces como niños disfrazados de princesa y futbolista, no invoca ni abre al Demonio en ningún sentido. ¿Qué otra ocasión tenemos en el año de tocar la puerta a un extraño, y esperar dulces? Cuánta necesidad hay de crear comunidad con nuestros vecinos hoy en día. Tampoco los disfraces son del demonio, o al menos no todos; cierto criterio hay que tener para evitar disfraces grotescos.

Con esta conciencia volvamos a nuestras casas. Llevando a los niños a pedir dulces se verán disfraces, decoraciones o casas, donde es probable que no nos agrade el approach o el objetivo. Cierto nivel de susto y miedo no está mal, de nuevo siempre según la edad y la sensibilidad del niño. Para fiestas de Halloween entre adolescentes y jóvenes, se vuelve más complicado en cuanto la gente puede meter elementos que invocan o atraen al demonio. Tendremos que dar criterios y razones claros a nuestros hijos adolescentes para estar atentos y cuidarse en caso necesario, pero también ser creativos y propositivos en cuanto a asegurar elementos sanos en estas fiestas y evitar que se lleve el ambiente a juegos y aspectos dark. Así que, tendremos que ir soltando y confiando en el criterio de nuestros hijos adolescentes para que ellos vayan haciendo su propia vida y con sus propios valores.

En realidad, el Halloween nos da la oportunidad como católicos para enseñar a nuestros hijos (reafirmando nuestra fe de paso) qué creemos como católicos. Hemos perdido en gran parte el sentido profundo de los ritos y los símbolos. Si sabemos ser creativos, podemos enseñar nuestra fe cristiana de una manera muy plástica para nuestros hijos. Halloween es el inicio de varias fiestas seguidas: el 1 de noviembre celebramos como católicos a Todos los Santos, y el día 2 los católicos en todo el mundo conmemoramos a los fieles difuntos. Que cada día nos dé oportunidad para hacer actividades que transmitan estas verdades: primero, el espantar y rechazar a lo malo que hay en el mundo; luego, el 1 de noviembre, festejar a los que ganaron el cielo, los que acabaron bien la competencia de esta vida y están disfrutándolo, además de ayudándonos a competir bien (aquí es presentar la vida de santos atractivos para los niños), por último, el día 2 de pedir por familiares y amigos que han muerto y que están en etapa de purificación, antes de entrar también a la “sala de fama”: el cielo. Son verdades que, en un mundo tan lleno de diversas creencias y visiones, nos da un sentido y significado muy profundo.

Así, el Halloween, al disfrazarnos de cosas y personajes inocentes, nos da la oportunidad de distinguir lo bueno e inocente por encima de lo morboso y lo oscuro. Que el maligno existe, sí; que lo bueno y lo santo es lo que realmente buscamos, y que es capaz de lograrse gracias a Jesucristo, quien nos rescata precisamente del dominio del maligno. De este modo vamos recuperando nuestra fiesta católica, que es Halloween, y le damos el sentido que cambia nuestra vida, porque cambia nuestra eternidad.


Más información:
P. Peter Mullan, L.C.
peter.mullan@anahuac.mx
Dirección de Pastoral Universitaria