Una vida de amor y servicio. Oramos en comunidad por el Papa Francisco
Con profundo dolor, pero con la esperanza que nace de la fe, nos unimos en oración por el eterno descanso del Papa Francisco, pastor humilde y cercano, guía espiritual de nuestra Iglesia y testimonio vivo de amor, justicia y misericordia.
Hoy, elevamos nuestras oraciones como comunidad universitaria para agradecer su vida, su entrega y su testimonio. Que su luz siga inspirando nuestros caminos y que su alma descanse en la paz en la casa del Padre.
Iglesia en salida: lecciones del Papa Francisco en mi camino como estudiante
En mi vida, el Papa Francisco ha sido una luz de esperanza. No sólo por su carisma y liderazgo, sino porque a través de personas cercanas a mí, su testimonio vivo ha llegado hasta mi corazón, mostrándome lo que es ser joven en estos tiempos: caminar con esperanza, misericordia y valentía. El Papa no solo habló de Jesús, nos invitó a restaurar nuestra relación con Él, con los demás y con la creación misma.
Con su encíclica Laudato Si nos urgió a cuidar el planeta, recordándonos que proteger la casa común es un acto de amor a nuestros hermanos más vulnerables. En Fratelli Tutti nos enseñó que todos somos hermanos y hermanas, sin importar culturas, religiones o fronteras, llamados a construir juntos un mundo más justo.
Me conmueve profundamente su visión de Iglesia: “Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades”. El Papa transformó a la Iglesia en un hogar abierto, y me identifico plenamente con ese cambio.
Sus valores están impresos en mis sueños, mis estudios, mis proyectos y cada acto de servicio. Me enseñó que ser humano es tender la mano al que sufre, dejarse conmover al verse reflejado en los ojos del prójimo. No somos perfectos, pero en la lucha diaria por ser mejores encontramos nuestra verdadera grandeza. Como él decía: “Quiero ser recordado como lo que soy, un pecador que trata de hacer el bien”.
Guardo en mi corazón la esperanza que el Papa Francisco sembró: seguir siendo un testimonio vivo, trabajando cada día, con alegría, por un mundo más fraterno, justo y humano.
Autor: Cristobal, estudiante de la Universidad Anáhuac Querétaro