Salud mental en México: un reto urgente y colectivo
El Dr. Enrique Chávez-León, profesor de la Facultad de Psicología y expresidente de la Asociación Psiquiátrica Mexicana, nos comparte la relevancia del cuidado de la salud mental en nuestro país.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud es un derecho humano fundamental. Por ello, el derecho a la salud mental ha ganado relevancia, debido al papel crucial que juega en el bienestar de las personas, pues “no hay salud sin salud mental”.
El impacto de las enfermedades mentales en la salud física es significativo, ya que puede reducir la esperanza de vida hasta en dos décadas. Sin embargo, pese a su impacto y asociación con el aumento de la violencia, la pobreza y la exclusión social, la salud mental sigue sin valorarse adecuadamente.
Con el objetivo de promover la toma de conciencia sobre los problemas emocionales, psicológicos y psiquiátricos que aquejan a las personas, desde el año 1992, cada 10 de octubre se conmemora del Día Mundial de la Salud Mental, fecha que además constituye un llamado a redoblar esfuerzos para promoverla, recuperarla y mantenerla.
En el caso de México, la Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica, realizada hace más de dos décadas, documentó que:
Una de cada cinco personas había presentado al menos un trastorno mental alguna vez en la vida y una de cada 10 en los últimos 12 meses.
Los trastornos más comunes fueron la depresión mayor, la fobia específica, la dependencia al alcohol y la fobia social.
Por género, la dependencia al alcohol fue más prevalente en varones, mientras que la depresión predominó en las mujeres.
En México, la pandemia de COVID-19 tuvo un impacto importante en la salud mental y en el consumo de sustancias en la población mexicana. Un reporte enfocado en los trastornos depresivos y de ansiedad en el mundo, destacó a nuestro país como uno de los que tuvo mayores incrementos en la prevalencia de estos trastornos durante la pandemia:
Se estimó que en 2019 existían 15.7 millones de personas con algún trastorno mental en México.
En 2021, la cifra ascendió a 18.1 millones, lo que representó un aumento del 15.4 %, siendo los grupos más afectados jóvenes y mujeres.
Por otra parte, estudios en poblaciones clínicas y estudiantiles mostraron:
• Incrementos en la incidencia de ideación suicida.
• Mayor prevalencia de depresión, ansiedad y estrés postraumático en personas hospitalizadas por COVID-19.
• Elevación en la tasa de suicidios de 6.5 a 7 defunciones por cada 100,000 personas entre 2019 y 2020, situación que se acentuó en mujeres residentes de Campeche, Ciudad de México, Chihuahua, Colima, Quintana Roo y Yucatán.
De acuerdo a estimaciones de las diferencias regionales, se detectó que Yucatán y la Ciudad de México tienen las tasas más altas de depresión y de ansiedad.
Pese a estos datos, las políticas de salud mexicanas han pasado por alto la salud mental, provocando importantes brechas diagnósticas y terapéuticas, por lo que poco más del 80 % de las personas con trastornos mentales y por uso de sustancias no reciben la atención adecuada. Entre las barreras a la atención de la salud mental se encuentran: estigma y discriminación, falta de conciencia y educación sobre el tema e infraestructura para la atención insuficiente.
Otro aspecto crítico para la falta de tratamiento es la distribución inequitativa de los profesionales de la salud mental, psiquiatras y psicólogos:
• En 2016, México contaba con 0.2 psiquiatras, 2.2 enfermeras, 0.5 trabajadores sociales y 3.5 psicólogos por cada 100,000 habitantes en el campo de la salud mental.
• En 2018, la cifra de psiquiatras incrementó a 3.7 psiquiatras por cada 100,000 habitantes, cifra que aún está debajo de la proporción mínima recomendada, que es de 5 psiquiatras por cada 100,000 habitantes.
• Por otra parte, cerca de 68,000 psicólogos trabajaban en entornos clínicos, lo que representa 53.7 por cada 100,000 habitantes.
• A la vez, para el año 2023, había solamente 8,668 psicólogos ejerciendo en instituciones públicas, lo que significa que había 6.6 psicólogos por cada 100,000 habitantes. Los cuales fueron empleados en su mayoría (78.9 %) por la Secretaría de Salud; seguida por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) con el 6.3 %; el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) que engloba el 2.4 %, mientras que el resto (12.3 %) trabajaba en otras instituciones públicas. A la vez, el 55.8 % de los psicólogos del sector público trabajaban en clínicas ambulatorias, mientas que el 44.2 % restante lo hizo en centros hospitalarios.
Si bien, México cuenta con un número significativo de psicólogos, la disponibilidad en instituciones públicas es reducida, lo que acentúa las desigualdades regionales en el acceso a la atención.
Sin duda, identificar las enfermedades mentales más frecuentes permite priorizar las políticas de salud con el objetivo de reducir sus afectaciones. Debido a que el incremento de las enfermedades mentales durante la pandemia, sumado a la brecha de atención ya existente, obliga a establecer un enfoque de salud global que incluya: promoción de la salud, prevención de las enfermedades mentales y su tratamiento.
Por todo lo anterior, el cuidado de la salud mental es una responsabilidad compartida. A nivel individual, cada persona debe procurar su bienestar emocional; a nivel familiar debemos procurar que nuestros seres queridos reciban la atención necesaria; a nivel social, es relevante difundir información confiable que oriente a quienes buscan ayuda, mientras que a nivel institucional es importante establecer políticas sólidas de salud y contar con los recursos suficientes para atender a la población.
Más información:
Dr. Enrique Chávez-León
ecleon@anahuac.mx
Facultad de Psicología

