Pasar al contenido principal

Libertad y Voluntad



Jaime Pérez Guajardo Instituto Regina Apostolorum México Es posible quedar incluido en el catálogo de cuanto nosotros mismos señalamos. Recuerdo que de niños decíamos “siempre habla el que menos puede”, y con temor de incurrir en este riesgo, me atrevo a comentar en este breve espacio, un aspecto interesante de la exhortación apostólica postsinodal Amoris  lætitia  (A. L.) del  Papa Francisco.Los precipitados comentarios de la opinión pública, de los medios que la generan, e incluso de algunos académicos, acusan un superficial contacto con tan rico documento, dirigido a la comunidad de fieles, no como un tratado de moral sino como el cariñoso consejo de una madre misericordiosa. No es lugar común tratar a la Iglesia católica como Madre y Maestra; la costumbre actual es catalogarla entre las instituciones con mayor o menor credibilidad, mezcladas en la vertiginosa variedad de operaciones, comentarios y acciones. Ya desde aquí inicia la incomprensión.Si Juan Pablo II y Benedicto XVI mostraron clarividentemente el magisterio eclesiástico, ahora Francisco hace palpable la maternidad de la Iglesia. Hay quienes contraponen las enseñanzas, sin la capacidad de leer cada documento desde la perspectiva pertinente. Si el santo nos mostró la sublime grandeza del Evangelio manifestado en el cuerpo humano, el Papa actual recoge –como Madre Teresa- ese mismo Evangelio, incompleto, parcial y análogo (A. L. 292), no como paráfrasis falseada sino como testimonio de estar encarnado en nuestra miseria.Lejos de un sentimentalismo pastoral o de una ética de situación como algunos acusan, se encuentra allí claramente la enseñanza sobre el matrimonio y su riqueza sacramental:El matrimonio cristiano, reflejo de la unión entre Cristo y su Iglesia, se realiza plenamente en la unión entre un varón y una mujer, que se donan recíprocamente en un amor exclusivo y en libre fidelidad, se pertenecen hasta la muerte y se abren a la comunicación de la vida, consagrados por el sacramento que les confiere la gracia para constituirse en iglesia doméstica y en fermento de vida nueva para la sociedad. (A. L. 292)     La ternura maternal puede leerla línea a línea, quien con sencillez de hijo se acerque para comprender el texto compuesto con frases como: “La educación en la fe sabe adaptarse a cada hijo” (A. L. 288), y es en ese contexto de adaptación donde explica el sentido de la Libertad, a la que se llega por la educación de la voluntad, consistente en el fortalecimiento, liberación del vicio (A. L. 264), adhesión a la voluntad divina (A. L. 149).Es un claro deseo de llevar al hijo amado a la más excelente expresión de sí mismo, pero reconociendo también que la fragilidad e imperfección humana, lo convierte en un fragmento de la Escritura, como sucede en los textos de Qumrán.Desearíamos el rollo íntegro, pero si la historia nos entrega sólo parte del Evangelio, debemos atesorarlo por lo que del Verbo en él se contiende. Más aun cuando no sólo se trata de un objeto arqueológico, sino de un hermano cuya voluntad minada, limita su libertad, sin quitarle en lo más mínimo el valor de ser parte del cuerpo místico de Jesucristo.jaime.perez@anahuac.mx 


Más información:
Dirección de Comunicación Institucional
Coordinación de Contenidos
Lic. José Antonio de Landa Dorantes
joseantonio.delanda@anahuac.mx