León XIV, un hombre de fe que avanza con su Iglesia

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El cardenal Robert Prevost, agustino con alma peruana y defensor de la paz, la justicia social y el diálogo, fue elegido papa el 8 de mayo de 2025 bajo el nombre de León XIV.
Su pontificado inicia con un llamado a la armonía mundial y una Iglesia sinodal guiada por el Espíritu, marcando un nuevo capítulo en la historia de la fe católica.
Abriéndose paso por entre los cardenales favoritos, sencillo, prudente, algo tímido, surge un cardenal nacido en Estados Unidos (Chicago 1959) pero con corazón peruano. El 8 de mayo de 2025, el cardenal Robert Prevost se convirtió en Papa y, desde su mirada tierna con lágrimas entrecortadas, nos salpica de esperanza, renovándonos en nuestra fe. Ese cardenal es nuestro Papa León XIV.
Dos aspectos resaltan de su elección:
La unidad que prevaleció en el Colegio cardenalicio que logró que la elección del sucesor de Pedro fuera bastante rápida, signo de que, más allá de los intereses personales, prevalece un espíritu de comunión y un anhelo de unidad. Por otra parte, el corazón latente de niños, jóvenes, adultos, laicos, religiosos, cercanos, lejanos, de un país o de otro que, congregados por un lazo comunitario más grande, agradecimos y aplaudimos la generosidad del Espíritu Santo por darnos, en esta ocasión, como en anteriores, un sumo pontífice capaz de responder a los signos de los tiempos actuales.
De su vida sabemos que es religioso agustino, en misión en Perú por más de veinte años, estudió matemáticas y derecho canónico y antes de ser papa, fue prefecto del Dicasterio de los Obispos. De carácter estricto y riguroso, sobre todo, en materia doctrinal, pero sensible con temas de justicia social y derechos humanos. Firme opositor de las políticas migratorias endurecidas y defensor de brazos abiertos de los hermanos en necesidad, el otrora cardenal Prevost es un cristiano, un pastor y un hombre de fe. Fuera de él, las etiquetas tanto de liberalista como de conservador.
Su mensaje inicial desde el balcón central de la Basílica de San Pedro fue poderoso, pero, al mismo tiempo, humilde. Quizá sea demasiado temprano para trazar su agenda, sin embargo, intuimos que es un hombre que, al igual que el papa Francisco, se dejará conducir con el Espíritu y aconsejar por su pueblo.
La tentación de afirmar que habrá continuidad con el papado de Francisco es atrevida, aunque sería deseable, como católicos no podemos anhelar una línea sucesoria en conformidad con un Pontífice en particular sino con Cristo y Su Palabra, así como con la Iglesia como cuerpo manifiesto y vehículo por donde transita la Gracia y la gratuidad del amor.
Tres son los signos más evidentes que nos dibujan al nuevo Papa como un pastor:
1. En su mensaje inicial, puso la paz como prioridad y una que tiene su referente más fiel en el mensaje pascual de Cristo resucitado: “La paz esté con ustedes”. Fuera el miedo y la tibieza, que reine la paz, para todos, para cada pueblo y nación, el anhelo de conciliación. León XIV es un papa preocupado por la armonía que no se da solo en las guerras evidentes que se presentan hoy en el escenario mundial sino en las pequeñas rispideces y rencores personales que nos separan en lugar de unirnos. Trabajará y velará por la paz para todos y nos invita a poner este tema como prioridad personal y comunitaria.
2. El papa León XIV es un pastor que sabe encomendarse a la Virgen María. En medio de su mensaje, su oración a María deja entrever a un papa que se encomienda a su protección y que cree profundamente que la madre de Jesucristo es la vía para conocerlo mejor y seguirlo más. La ternura que la caracteriza se instala en nuestro nuevo papa y de ahí, quiere contagiar al mundo entero.
3. “Tender puentes a través del diálogo”. Este tercer signo fue uno que cautivó el corazón de un pueblo que, desde hace doce años, ha aprendido a encontrarse sin temor de sentirnos amenazados y de dialogar siendo la escucha el punto de partida inicial. El papa León XIV cree en que es en la diferencia que podemos encontrarnos y que de ninguna manera esta es fuente de división, sino una oportunidad de crecimiento en la que prevalezca la unidad. Aunado a este potente mensaje, tenemos la herencia del Papa Francisco, de una Iglesia sinodal en donde todos, laicos, religiosos, obispos, cardenales, etcétera, podemos converger en un mismo espacio donde ninguno tiene primacía ni preferencia porque todos somos hijas e hijos de Dios amados incondicionalmente.
Finalmente, hace unos días él mismo reveló el fundamento para haber elegido su nombre; un recordatorio de la necesidad de situar la cuestión social al centro de la labor misionera, es decir, su nombre lo toma del gran papa reformador social, León XIII con su emblemática encíclica Rerum Novarum (1891) donde se expresa el corpus central de la Doctrina Social.
Más allá de las especulaciones sobre lo que se espera o no de su pontificado, lo que es verdaderamente importante es que León XIV es un papa que nos da nuevas y renovadas razones de nuestra fe y de nuestra esperanza, que su nombramiento representa el deseo de Dios para su Iglesia en los tiempos que corren y que como cristianos, debemos caminar con nuestro nuevo pastor y orar por él porque como hombre, es frágil y pecador, pero precisamente por ello, es nuestro hermano y compañero en el camino del encuentro vivo y constante con Cristo resucitado.
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La Dra. María Elizabeth de los Rios Uriarte es maestra en Bioética y doctora en Filosofía, Técnico en Urgencias Médicas (TUM) por Iberomed A.C. y scholar research de la Cátedra UNESCO en Bioética y Derechos Humanos. Es además Miembro de la American Society for Bioethics and Humanities, del Colegio de Profesionistas posgraduados en Bioética de México, de la Academia Nacional Mexicana de Bioética y Miembro de Número de la Academia Mexicana para el Diálogo Ciencia-Fe.
Ha impartido clases en niveles de licenciatura y posgrado en diversas universidades y participado en distintos congresos nacionales e internacionales de Filosofía y Bioética. Actualmente es profesora y titular de la Cátedra de Bioética Clínica de la Facultad de Bioética de la Universidad Anáhuac México.
Foto: tomada de Vatican Media
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