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Un "no" rotundo a los discursos de odio



Dra. Valeria López VelaEl atentado en el Museo de Bruselas que le robó la vida a tres personas nos ha recordado que la batalla por la no-discriminación y por erradicar conductas que propicien el odio debe ser constante, cotidiana e incansable.La intolerancia y los discursos que promueven el odio están, nueva y desgraciadamente, a la alza. Y eso, queridos lectores, es lo único que no podemos permitir. Hemos pagado ya antes, a precio de sangre e indignidad histórica, el altísimo costo de los radicalismos políticos.Canadá, Gran Bretaña, Dinamarca, Alemania y algunos otros países han firmado el protocolo que prohíbe los discursos que promuevan el odio y la discriminación pues no se trata, en ningún sentido, de censura ni de límites a la libertad de expresión sino que, en la opinión de varios, esta prohibición se inscribe dentro del espíritu de los derechos humanos.Cosa muy distinta sería prohibir o censurar el disenso político o criminalizar la protesta pues eso, en efecto, iría en contra de la cultura democrática. Aún más, me atrevo a decir que  el derecho a la protesta ha sido el derecho base sobre el que se han cimentado otros derechos humanos. Por ello, hay que defenderlo sin titubeos.De esta forma, mientras que la protesta sustenta y promueve la cultura de los derechos, los discursos de odio y discriminatorios merman las condiciones de convivencia social.No nos dejemos engañar: prohibir artículos, discursos o manifestaciones que promuevan el odio hacia cierto grupo por motivos religiosos, sexuales, económicos o de raza no atenta en contra de la libertad de expresión pues éstos destruyen el modelo pacífico por el que tantos y tanto hemos luchado.El atentado en Bruselas nos recuerda que la construcción de la cultura de la tolerancia, del respeto y de la paz es un proceso largo en el que no podemos pestañear. Cada día, en cada espacio público, debemos estar al pendiente del respeto por la dignidad de todos los grupos ciudadanos.La convivencia en una sociedad democrática pasa, en no pocos momentos, por aceptar posiciones distintas a las nuestras; los demócratas también toleramos políticas, decisiones y circunstancias que van en contra de nuestras posiciones, de nuestros ideales.Y lo hacemos no por blandenguería en el carácter ni por falta de ánimos sino por el profundo respeto por la dignidad en las decisiones tomadas por la comunidad política: creemos en el diálogo respetuoso entre iguales, libres, honestos.¡Se vale disentir! ¡Son deseables las posiciones diversas!Para la vida democrática es sano el contraste de opiniones y de posturas. Lo que es inadmisible es la descalificación por raza, cultura, religión. ¡No permitamos que eso pase en nuestro mundo! Mucho menos, en nuestro México: invito a la comunidad periodística a levantar la voz en contra de los discursos de odio. valeria.lopez@anahuac.mx 


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