Pasar al contenido principal

Apuntes de filosofía y ciencias para comprender la realidad

Dr. Agustín Ortega Cabrera

Artículos de difusiónIntroducción: en el surco del pensamiento y lo real

En la actualidad, con el bagaje que tenemos del legado e historia del pensamiento y la filosofía junto al desarrollo de la ciencia, podemos mostrar unas líneas y claves que posibilitan una comprensión más profunda de la realidad. Es una filosofía y ciencia de lo real, de la realidad más objetiva y cierta, la verdad real. Se trata de realizar una epistemología realista y global que, unida a una antropología con ese horizonte del humanismo y ecología integral, acoge el don de lo real y de los otros, de la realidad en su diversidad de dimensiones, condiciones, posibilidades, capacidades y, en este sentido, de dinamismo.

Lo real se haya constituido por estos diversos aspectos y dinamismos: naturales, físicos, biológicos, materiales, económicos, laborales, corporales, personales, sociales, culturas, políticos, éticos y espirituales con esa apertura a la trascendencia. Y, en esta cosmovisión de la realidad y antropológica integral, cuando no se da la acogida e inclusión de estos aspectos y dimensiones, se van imponiendo los fundamentalismos, totalitarismos, subjetivismos o relativismos cuyos extremos se tocan y retroalimentan. Como se observa y desarrollaremos a continuación, desde una perspectiva interdisciplinar, la filosofía y la ciencia se abren al encuentro con la teología, en ese fecundo e imprescindible dialogo de la razón y la cultura con la fe.

 

Todo está conectado y es comunión solidaria

Dichos aspectos y dimensiones diversas interaccionan mutuamente, se retroalimentan recíprocamente. Todo está conectado con todo. Esta diversidad de lo real coopera entre sí de forma sinérgica, solidaria y dinámica. La realidad de suyo posee estas notas concretas y estructurales de integralidad, globalidad, respectividad y dinamismo con esa apertura a lo trascendente. Frente a visiones individualistas u holistas (colectivistas), la diversidad y unidad de lo real no se anulan ni excluyen entre sí, al contrario, se fecundan y desarrollan mutuamente.

No se pueden separar ni oponer: lo personal y lo socio-comunitario, lo místico y lo político, el ser humano y la naturaleza (el cosmos), la moral y la espiritualidad, lo científico-técnico y la ética con los valores enraizada en la antropología; la teoría y la praxis, la contemplación y la acción, las ideas e ideales o el conocimiento y la realidad, el ser y el hacer, el tiempo y el espacio que se religan con lo real. Esa comunión e inter-relación solidaria de todo con todo, como principio básico de una adecuada cosmovisión de la realidad, previene e impide los dualismos y monismos que deforman lo real, que son orígenes de nefastas teorías y prácticas.

Este conocimiento, epistemología e inteligencia nos lleva a dicha cosmovisión antropológica y de la realidad con un desarrollo humano, solidario y ecológico (ecología) integral junto al buen vivir. Abarcando e incluyendo todas las dimensiones de lo real y lo humano, a toda la persona y a la humanidad entera, a todos los pueblos; se apunta, pues, a la armonía y equilibrio entre lo personal, lo comunitario, ecológico y espiritual. La comunión solidaria con el propio ser personal, con los otros (el otro comunitario, la sociedad-mundo), con todo el universo y con lo trascendente (sagrado-divino) como principio. Dios mismo, el Dios de la vida e historia como origen, sentido y destino (meta).

 

Método para el conocimiento e inteligencias

Por todo ello, hay que asimilar y efectuar un camino e itinerario (metodología) para un proceso del conocer de forma inteligente, Un conocimiento e inteligencia trascendente y espiritual, del don, que se deja cargar por toda esta realidad, que acoge este regalo de lo real, de la existencia. Y es movido por esta verdad real, del ser, en su unidad, solidaridad y dinamismo trascendente. El conocimiento e inteligencia analítica y critica, que se hace cargo de la realidad para su comprensión a través de las mediaciones científicas, filosóficas, teológicas, sociales, históricas y políticas. Posibilitando el conocer de forma humana, estructural, global y real del mundo e historia con las raíces y causas personales, culturales, estructurales, éticas…, incluyendo las espirituales, de la realidad y sus problemas, anhelos, proyectos, etc.

La inteligencia ética cargando con lo real, en el principio-misericordia, que asume de forma compasiva y solidaria la realidad con sus sufrimientos, males, injusticias, virtudes, esperanzas o retos. Y la inteligencia de la praxis (práctica y ejecutiva), siempre en interacción fecunda e inseparable con la teoría, que se efectúa en la acción por la justicia, el bien común más universal y la opción liberadora por los pobres. Ese principio humanista, personalista y liberador donde las personas, los pueblos, las víctimas y los pobres de la tierra son los sujetos protagonistas y gestores de su vida personal, moral, social, publica, política y mística en una promoción liberadora e integral.

 

Valores y principios claves para el discernimiento

Son claves, por tanto, los valores epistemológicos, éticos e inseparables de la libertad unida a la justicia, de la participación (co-gestión) democrática asociada a la igualdad; frente a los totalitarismos e inhumanidad del neoliberalismo con el capitalismo, del comunismo colectivista y del fascismo, etc. La solidaridad internacional, el bien común más difusivo, la justicia social (global) y el destino universal de los bienes: son principios y valores que se oponen a esa libertad falseada del individualismo posesivo (insolidario), tan característica de la inhumanidad e injusticia del neoliberalismo y el capitalismo. De igual forma, son básicos los valores y principios de subsidiariedad, libertad personal y participación democrática, en contra del comunismo colectivista, del colectivismo u otros totalitarismos.

De ahí que la verdadera libertad y propiedad personal están subordinadas a esta ética fraterna y solidaria, que asegura el destino universal de los bienes, efectuando así el inherente carácter social de la libertad y la propiedad. Asimismo, el principio humanista y personalista del trabajo vivo, la sagrada e inviolable vida y dignidad de la persona trabajadora con sus derechos como es un salario justo, que está antes que el capital, el beneficio, la ganancia y la competitividad.

Y es que, en este humanismo ético e integral, la economía y el mercado deben de estar al servicio de la vida, de las necesidades, capacidades y desarrollo humano e integral de las personas, de los pueblos y los pobres junto al cuidado de esa casa común que es el planeta tierra. El mercado y el estado, la economía y el gobierno con cualquier autoridad o ley, deben ser sostenidos, controlados y regulados por la ética, la sociedad civil y la política para que sirvan al bien común, la justicia y los derechos humanos.

En esta línea, se manifiesta la ecología integral y bioética global con el principio-vida, con su cuidado en todas sus fases, dimensiones (como las ya apuntadas) y formas acogiendo el grito de los pobres, de las víctimas u oprimidos y el clamor de la hermana tierra; que protege ese santuario de la vida y el amor que es el matrimonio-familia, inscrita en esa sexualidad/afectividad fiel del hombre y la mujer, fecunda con los hijos y una existencia solidaria al servicio del bien común. Cultivando la civilización del amor, la alegría y la paz justa en oposición a toda guerra y violencia, el dialogo intercultural e inter-religioso para una mundialización de la convivencia fraterna y ternura entre los pueblos.

 

Conclusión

En definitiva, como se observa, todo lo anterior se condensa en la realidad e inteligencia trascendentales, con la apertura y acogida de lo real, cooperando con la verdad, el bien y la belleza que nos salvan liberadora e integralmente. Ese conocimiento e inteligencia del amor fraterno y de la santidad, tan hermosa, en la comunión solidaria de vida, de bienes y acción por la justicia con los pobres de la tierra; el ser (persona y de lo real) sobre el tener, frente al mal del egoísmo, del individualismo e idolatrías de la riqueza-ser rico, de la codicia y del poder.

Es lo bello y trascendente, con ese principio-esperanza, de la vida humanizadora, digna, plena y eterna. Esa tierra de la promesa y cielos nuevos, regalada por el Misterio del Dios Comunión y Solidaridad que nos vivifica, salva y libera integralmente. Tal como nos muestra todo lo expuesto hasta aquí, desde su propio sentido y ámbito, la fe e iglesia a través de su tradición y magisterio con los Papas como Francisco.

 

Dr. Agustín Ortega Cabrera

Investigador asociado de la Universidad Anáhuac y miembro de proyecto trasversal de investigación “Querida Amazonia” (Facultad de Bioética Anáhuac). Profesor en diversas instituciones universitarias y académicas.

Regresar a Artículos de Difusión